«Todo estará bien»
Escondí mi rostro en su cálido pecho mientras escuchaba esa frase repetirse un par de veces. Era reconfortante la manera en la que acariciaba mi cabello. Era tranquilizador la forma en la que me mantenía cerca de él.
El incontrolable llanto por fin había cesado. El dolor que atormentaba mi cuerpo eventualmente se había calmado. Y el hombre que tanto necesitaba finalmente estaba a mi lado.
Sí, me sentía protegida. Por fin estaba a salvo. Después de todo podría salir viva de este lugar, ¿cierto?
Pero... ¿cómo?
Abrí mis ojos de golpe, recordando la situación en la que nos encontrábamos, y me separé con lentitud de su abrazo.
—Llegas tarde. —Volví a decir en voz baja.
—Lo sé —murmuró, compartiéndome momentáneamente el sentimiento de culpa.
—Ha sido mi error pensar que podría lograrlo sola —susurré, notando que el pelinegro retiraba sus brazos para darme un poco de espacio—. Creo que me odio por eso, Jaemin.
Terminé de pronunciar aquella frase con mi vista apuntando al suelo, acomodándome en la dura camilla en la que estaba sentada y avergonzándome por hacer que el pelinegro se sintiera responsable por la decisión que yo había tomado.
Buscando las palabras adecuadas para disculparme, limpié el desastre que habían causado las lágrimas y arreglé el vestido rojo que todavía llevaba puesto. No obstante, Jaemin no tardó en colocar una suave prenda sobre mi espalda, obligándome a revisar rápidamente el abrigo que ahora se encargaba de brindarme calor.
—Es mi culpa—dijo quitando con extremo cuidado el cabello que cubría mi rostro—. Ódiame tanto como desees, por favor.
Reí brevemente por la seriedad que provenía de aquella frase.
—Tomaré tu palabra —manifesté con una débil sonrisa—. ¿Qué harás al respecto?
Elevé por completo mi cabeza, encontrándome con su intensa mirada, y me arrepentí al instante.
Había sido imposible evitar que mi corazón se acelerara al sentir sus manos posarse en mis mejillas. Era extremadamente difícil mantener la calma cuando Jaemin estaba observando mis ojos y repentinamente bajaba hasta mis labios.
Unos cuantos segundos pasaron en esa posición, y aunque había logrado apaciguar mis descontrolados latidos, solo pude tragar saliva con dificultad al ver una traviesa sonrisa crecer en su rostro.
—Tengo una idea en mente —pronunció, inclinando su cabeza en mi dirección.
Cerré mis ojos, preparándome para recibir un beso, y jalé delicadamente su blanco suéter para invitarlo a acercarse a mí. Sin embargo, un sentimiento que nunca había percibido de su parte me inundó inesperadamente.
Alejé mi rostro y le miré atónita. Tomé sus manos y las retiré abruptamente de mi cara con el objetivo de comprobar si no estaba siendo cegada por mi profundo sentir.
¿Acaso había sido real?
Dirigí mi vista hacia sus manos y volví a sujetarlas. El sentimiento seguía presente, pero un enojo comenzaba a intensificarse en compañía de una ligera tristeza.
—Lo siento—fue lo único que pude farfullar al ver su semblante serio.
No podía creer que la había cagado tan rápido.
—Al parecer te han rechazado, Jaemin —se burló una conocida voz detrás de nosotros—. Es molesto. Quería ser quien arruinara su encuentro.
El pelinegro fue quien ahora sostuvo una de mis manos y posó la otra en mi hombro, girando levemente su torso para ver a Jeno. Al hacerlo, alcancé a percibir su dulce fragancia que causó un cosquilleo en mi estómago.
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Tres segundos | Na Jaemin
FanfictionUna ola de asesinatos ha sacudido Seúl durante los últimos dos meses. Las cifras son elevadas y las pruebas escasas, pero de algo están seguros: fue un yasaeng...