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«Los sentimientos son una de las cosas que difícilmente puedes controlar»

Cerré el pequeño y desgastado diario que había estado hojeando durante los últimos diez minutos. Me tiré sobre mi cama, pensando en cómo la nota que mi madre había escrito hace ocho años cobraba más sentido, y suspiré. Era un teochi, pero uno incapaz de comprender su propio sentir.

Miré el techo por unos minutos, y cuando el tono de mensaje sonó súbitamente, mi cuerpo se levantó de un golpe. Lo leí y velozmente me dirigí al viejo espejo de cuerpo completo que estaba en la esquina de mi recámara. Revisé que mi vestido negro no se hubiese arrugado demasiado y corrí hacia la salida de mi departamento mientras agarraba mi abrigo y bolso.

Bajé con prisa los escalones, sintiendo el helado viento de la noche golpear contra mi cuerpo, y no tardé en visualizar el automóvil de Jaemin. Era domingo, y la razón por la que dicho sujeto estaba esperándome frente a mi edificio a estas horas era porque iríamos al funeral de Kang Jiseok.

Contrario a lo que esperábamos, todas las pruebas habían apuntando a un suicidio. La policía declaró que no harían una autopsia y la familia de Jiseok lo aceptó sin oponerse. Por ende, aunque todos habían descartado la posibilidad de que fuera otro asesinato en serie, la universidad tomó sus precauciones y decidió cancelar clases el viernes. Afortunadamente nadie fue secuestrado, pero nuestra facultad estuvo de luto.

Así, había pasado estos últimos días intentando descubrir quién estaba detrás de esto y solo venía a mi mente el sujeto de la llamada que podría pertenecer a la familia Na. Definitivamente algo andaba mal; incluso mi padre, a quien había escuchado hablar por teléfono la única vez que estuvo en casa, había comenzado a sospechar del caso.

Y bueno, aquí estaba. Frente a Jaemin, lista para investigar. No era detective, pero supongo que mi progenitor, quien era policía, había jugado un papel importante para que me sintiera como uno.

Di un ligero golpe a la ventana del auto y esperé a que quitara el seguro de la puerta.

—Tardaste demasiado. —Me quejé en cuanto subí al vehículo—. Llevo media hora esperándote.

—¿No deberías agradecerme por venir a recogerte? —reprendió, ladeando su cabeza con un gesto de disgusto.

Reí y le eché un vistazo rápido. Jaemin también iba completamente de negro, pero debía admitir que su chaqueta de cuero y su nuevo tinte le hacían lucir más atractivo.

—Te lo agradezco, pero hubiera sido perfecto que llegaras un poco más temprano— corregí, sintiéndome repentinamente nerviosa y regresando mi vista al frente—. ¿Tienes algo que decir en tu defensa?

—Por primera vez en mi vida, mi padre preguntó a dónde me dirigía—explicó con un tono molesto—. Tuve que decirle que iría a una cita.

Antes de ser capaz de responderle, la saliva decidió intentar ahogarme por la sorpresa. Tosí y golpeé mi pecho para que el aire entrara a mis pulmones, pero al sentir su mirada clavada sobre mí, fue imposible evitar que mis mejillas se tornaran de un color rojizo.

Maldición, Jaemin. No quería malinterpretar tus palabras, pero terminé haciéndolo.

—Qué buena excusa —dije desviando la mirada y sonriendo torpemente—. Pero la triste realidad es que irás conmigo a investigar lo que realmente ocurrió con Kang Jiseok.

Escuché una risita de su parte y carraspeé nuevamente mientras buscaba el cinturón de seguridad.

—No me puedo quejar. Es mejor de lo que esperaba —comentó, burlón. Rodé mis ojos ante sus palabras—. ¿Lista? —preguntó cuando finalmente había terminado de abrochar mi cinturón.

Tres segundos  | Na JaeminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora