Capítulo 2. "Un nuevo comienzo"

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 Narra Jessica

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 Narra Jessica.

Salgo corriendo de la comisaría,  recordando aquel puto día donde la sangre se esparcía por el suelo frío del baño.

Todos los meses que duro la investigación me mude a un piso más al centro de la ciudad. No iba a volver a aquel lugar donde mi vida se partió en dos. Donde esa historia tuvo final, donde con 24 años me quede viuda. Después de un solo año casada.
 
El viento choca contra mi cara llena de lágrimas. Me congela, pero no paro de correr, rumbo a ningún  lado.  Estaba sola. Oliver era todo lo que tenía. Mis amigos hacia tiempo que no los veía y aunque no dudarían en darme su apoyo no era buena idea llamarlos.

Estaba sola, mi padre ni siquiera se quien es y mi madre hace su vida con su marido.

Sigo corriendo, me duelen las piernas, me quedo sin aire y la vista me nubla, pero no paró. Es una pequeña liberación al dolor que se ha clavado en mi alma. Llego al río y agotada me paro en la baranda del puente.

Las lágrimas cesan y poco a poco recupero el aliento.

¿Por qué Oliver?, ¿Por qué me abandonaste?.

—¡¡AHHHHHHHH!!! —grito en medio de la nada.

A veces es mejor saltar al vacío, dejarte llevar por el dolor y saltar a la espera de ahogarte y que la muerte haga su trabajo.

Puede que fuera una pequeña metáfora. Pero me subí al borde, sentada queriendo tirarme.

Cierro los ojos, ya no escucho los coches transitar, respiro hondo y me balanzo.

Siento unas manos agarrar mi cintura, parando el salto al abismo.

Me agarra bajándome de allí. Me doy la vuelta y me choco con unos ojos verdes amarillentos.

—¿Estás bien? —suelta con esa voz dulce.

Me quedo paralizada, contemplando sus ojos y ese cuerpo musculado.

—¿Pequeña, por qué te querías quitar la vida?—suena otra vez esa puta pero hermosa voz.

—Porque la vida no merece la pena, y menos si no tienes a nadie.

—Si que merece la pena, una mujer tan guapa como tú tiene mucho por lo que vivir.

—No me conoces—digo muy borde.

—Pero te acabo de salvar la vida, reina, anda monta en mi coche te llevo a tu casa.

En ese momento me abrazo a él, como un bote salvavidas en medio del Titanic.

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