Capítulo 28 "Ella".

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Narra Jacob

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Narra Jacob.

Ella, tan tímida, tan arrogante, tan guerrera, tan cabezota, ella loca,  ella dándome únicos orgasmos, ella durmiendo desnuda al lado de mi cama. Toda ella era una obra de arte y era mía sin sonar posesivo. La amaba desde que la vi sin conocerla.
 
Ella era todo lo que necesitaba para ser feliz si la pasaba algo me moría. Pero yo estaba en el infierno. No notaba nada más que recuerdos pasar pero ella sobre todo. Ella pasaba por mi mente y eso era lo único que me hacía sentir vivo. Luchar por ella, por nuestro amor.
 
Los recuerdos empezáron a organizarse. Gracias a hacer una entrevista al nuevo empleado, Oliver Page, mire su información personal. Casado con una joven y guapa mujer. La foto de ella en el libro de familia se clavo en mi mente. Supe que me la quería follar. Pero como estaba casada, era imposible.
 
En la información ponían donde vivian y a que se dedicaba. Diseñadora de moda, encima tenia que tener dinero. Y que hacia con un hombre de clase media-alta y además no tenia ni la mitad de guapo que yo. Seria fácil seducirla lo difícil es que quisiera poner los cuernos.
 
Indague en su vida, observe todo los pasos de Oliver en las noches y en los días. Oliver era un auténtico capullo.

Pasaba las noches de bares y en el puerto. Llegaba a casa y se la tiraba. Ella estaba más inconsciente que viva pero nada era seguro desde el punto de vista que tenía con esas cortinas tapando la nitidez.
 
Tarde o temprano ella descubriría la verdad, no podía ser tan estupida. O era que estaba ciega de amor y ahí estaba perdido. La vigile en los días que salía de copas con sus amigos era maravillosa como se movía bailando en la barra de el pub era maravillosa como se defendía ante los abucheos de hombres enfermos por algo de sexo. Una vez nos quedamos mirando, me quede embobado mirándola cuando tomaba un Whisky Irlandés. Hay se me puso dura y supe que la necesitaba.

Ella es una puta diosa.

A los largos meses, viéndola desde cerca aunque sintiéndola tan lejos. Volvió a casa yo la seguía desde atrás. Siempre iba a verla al salir de su trabajo al llegar a su casa y luego por las noches. Ese día todo cambió salió gritando. Grito rota de dolor. Mande a mis hombres a ayudarla.

Me aleje de allí, me moría de rabia no poder consolarla.

Mande a vigilar de cerca el caso en el juicio, no sabía quien andaba detrás pero sabia que tenia que ver algo con las drogas. La policía no es tonta.
 
A los meses, salió de comisaría llorando la seguí desde lejos hasta que casi la vi tirarse y justo con un impulso de adrenalina roce sus caderas para pararla. Ella estaba en mis brazos y ya jamás dejaría de estarlo.
 
—Jacob despierta —dice ella muy lejos.

La escucho pero no puedo reaccionar, solo la veo a ella en trance, recuerdo el disparo ella curándome, gritando desesperada en un coche.

Escucho su llanto pero no puedo tocarla, aliviar su dolor.

—Jessica, pequeña,  estoy aquí amor —grito sin fuerzas.

El dolor al escucharla hace que despierte.

—Jacob —dice ella.

—Pequeña, estoy contigo siempre lo estaré —digo con un susurro.

—¿Me lo prometes? —dice llorando.

—Claro pequeña, claro que te lo prometo —digo mirándola.

Ella es mi vida, mis ganas de vivir, ella conmigo. Ella es el amor de mi vida. Me vuelve loco.

—Escúchame Jessica —digo llamando aun más su atención.

—Dime Jacob —dice llorando.

—Te tengo que contar la verdad. —digo temblando.

En ese momento entra mi padre tan inoportuno.

—Hijo me alegro que estés bien —dice fingiendo preocupación.

—Gracias papá—dije sin fuerzas y con cara de pocos amigos.

—Jessica bonita puedes irte, quiero estar un rato con mi hijo a solas.

—De acuerdo —dice mirándome.

Jessica abandona la habitación y mi cuerpo empieza a volver a temblar.

—Ni se te ocurra poner en riesgo todo.

—Eres un hijo de puta padre —digo con las pocas fuerzas que tenía.

—Jacob no me hagas arrepentirme de no matarte ese día.

—Siempre con tus amenazas papa, algún día pagaras por todo.

—Tú sabrás, o no me quedarás más remedio que matarla —dice serio.
 
Mi cuerpo empieza a irse ya no siento nada de nuevo, solo las voces lejos.
 
—Un médico —grita mi padre.

—¿Qué le pasa? —gritan Jessica y Amelia.

Noto algo frio, debe ser el medico por sus palabras después de notar aquel objeto.

—Se esta muriendo, yo aquí ya no puedo hacer nada, necesitaría ir a un hospital urgente—dice con tristeza.
 
—Le llevaremos a mi hospital privado—dice mi padre—. Os llamo en cuanto sepamos algo.
 
Mi cuerpo es transportado y a los largos minutos solo veo una luz, ya no la veo a ella. Ella era mi luz y ahora no la veo, todo es oscuridad. Es mi fin. Te amo Jessica logró decir. Todo se apaga.
 
En la otra punta, en el apartamento de Jacob se escucha el llanto que es interrumpido por una llamada de teléfono.

—¿Cómo esta Jacob? —dice llorando.

—Jacob ha muerto.

—Jacob ha muerto

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