Capítulo 17. "De vuelta".

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Narra Jessica

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Narra Jessica.

La vuelta a la normalidad es saber que vuelves a tú zona de confort, a lo que ya conoces y los miedos de lo nuevo se desipan.

En mi caso me aterraba estar allí. Estaba frente a una realidad donde me habían engañado.

No podía controlar nada de mi vida.

Solo me sentía a salvo con el atractivo millonario que parecía ser mi salvavidas y nueva debilidad.

Cogimos un avión de vuelta a Londres cuatro días después de la visita a Amelia. Jacob quería firmar una construcción en España y que la dirigiera su amiga.

Cuando estuvo todo en regla, y yo simplemente me dediqué a seducir a unos cuantos hombres españoles para que firmaran el contrato y empezar a construir sus edificios con la empresa de Jacob.

Me sentía encerrada, engañada y herida.

—Creo que es mejor que te vengas a vivir conmigo, si te parece buena idea—eso me dejo muerta.

—¿A qué te refieres?—pregunté sin entender nada.

—A que se, que estas sola, se que estás mal, podría venirte bien estar al lado de una persona. Seremos compañeros de piso—dijo mirándome con detenimiento.

—Sí, de esos que acaban follando todos los días y enamorándose como en los libros o películas —dije riendo.

—Lo digo en serio pequeña, vente a vivir conmigo, mi mansión es muy grande para estar solo—dijo con un tono frío.

—¿Entonces no es verdad eso de que el dinero da la felicidad?—digo mirándole con una sonrisa.

—Pues no, he hecho cosas, me han hecho cosas, he vivido cosas que no sé lo deseo a nadie, y ese dolor ni el dinero lo puede alejar.

—Te entiendo, acepto irme a tú casa, pero nada de sexo—le encaré.

—Eso ya lo veremos, pequeña—dijo y me robo un beso.

Subí a mi habitación en cuanto llegamos, Jacob me dio la habitación de invitados estaba cansada, todavia dolia entererme de lo que habia echo el capullo de mi ex marido, nunca lo podría superar.

A los muy pocos minutos Jacob entra por la puerta. Mi piel desnuda se mete en sus ojos.

—Se llama a la puerta —digo tapándome rápido con la toalla.

—Pequeña, no te tapes — me quita la toalla de un tirón.

—Déjame la toalla Jacob—digo en tono serio y levantando la cabeza.

—Estás hermosa cuando te haces la indignada, pero en el fondo deseas que te vea justo así — se ríe

Sin decir más palabras, se acerca todo los centímetros que nos separaban y se pega a mí. Con un ágil movimiento, toca mi suave piel, desde los hombros, bajando por las clavículas, hasta llegar al monte de venus, donde se para y me coge como un koala, no me deja de mirar. Me sienta en el borde de la cama y con un ligero movimiento con su pie abrió mis piernas, dejándome totalmente expuesta a él.

Se inclinó y sin dejar de clavar su mirada en mis ojos, introdujo sus dedos en mí. Fue lento y luego aumentó, mientras aumentaba lentamente me agarró del cuello estirando mi cabeza para atrás. Dejándome completamente en otra dimensión, cuando notó que me iba a venir paro en seco, y quiso desaparecer de la habitación. Pero lo atrapé antes de que lo hiciera, era ahora o nunca. Le desnude lentamente.

Agarró mi muñeca y me paro en seco.

Nos miramos en un silencio que mataba a cuchillos. Pensaba que en cualquier momento me iba a dar un infarto. Jacob jamás había estado tan serio, ni en las grandes reuniones para firmar. Estaba helado y no paraba de clavar su mirada en mí. Entonces lo vi todo claro, tenia miedo al amor y eso le impediría enamorarse, pero lo que estaba claro era que sentía algo diferente por mí.

Y entonces sucedió, entonces la chispa entre dos corazones acuchillados por un silencio se lanzaron al abismo.

Jacob se acercó en segundos sin tiempo a reaccionar, y me besó. Me besó delicadamente pero empezando a llenar de pasión. Un beso desesperado y lleno de sentimientos. Pero llegó un beso tan necesitado por los dos. Que me hizo olvidar que me sentía así de mal.

—Espero que te haya gustado, pequeña, debo ir a descansar, mañana me toca trabajar—y sin más me dejo allí.

Me quedé mirando la nada unos segundos y luego me dirigí a ducharme, estaba confusa y todo esto me venía grande. Pensé en si pudiera contar con un padre, pero mi padre biológico murió antes de nacer y mi madre rehízo su vida con un amante, mi madre quedó echa polvo cuando él se fue con otra.

Con el paso de los años volví a carecer de padre. Uno fallecio, el otro nos abandono.

Hasta que conoció a su nuevo marido y poco a poco perdí contacto con mi madre, cuando me case con Oliver.

Pero mi padre sería siempre aquel hombre que me crío y prometió seguir haciéndolo pero no sabía nada de él. Recordar eso me hizo ponerme a llorar. No tenía a nadie más que a Jacob.

Volver a tu hábitat, de donde procedes a veces resulta tentador para descansar, pero otros lugares están bien para darte cuenta que lo que estas viviendo no es lo que realmente quieres y debes salir a descubrir más cosas y no quedarse en el dolor.

Estar de vuelta era estar encerrada de nuevo, en la cárcel de los pensamientos y sentimientos.

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Pasión llena de venganza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora