Capítulo 31. "Realidad a medias"

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Narra Jessica

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Narra Jessica

La realidad es un concepto que sólo tu tienes el poder de creerlo o no. Muchos acaban por volverla oscura y hasta que no salen de su mundo interior no se Dan cuenta. Eso me pasaba a mi creía que todo iba a ser más fácil que descubría poco a poco la verdad y de repente ante mis ojos todo era una mentira hasta mi propia familia.
 
La muerte de Jacob seguía presente en todos los informativos, a la mañana siguiente. Estaba siendo muy duro verle en la pantalla, algunos metían mentiras o se alegraban de su muerte y algunos se lastimaban por la perdida de aquel joven que proponía nuevas edificaciones en la ciudad.

Amelia no durmió, paso la noche buscando a quien mato a Oliver. Le tenían protegido. Debido al revuelo que estaban causando, y que Charles los amenazaría a muerte. Se escondieron y su caza era casi imposible, solo el jefe salió en busca de Amelia. Aunque por una extraña razón ella no le mato y me hizo llegar otra nota.

En ella ponía las palabras sabes la realidad a media, no te creas nada de lo que dicen.

—Amelia, ¿Estas segura que no corro peligro?

—Ellos no fueron los que mataron a Oliver ni a Jacob. Aunque uno de ellos disparase —dijo subiendo a su habitación.

Con esas palabras me dispuse a salir de casa. No quería llegar tarde a la cita. Al llegar me senté en unas de las mesas de fuera, pedí un café con leche. Chicos de la otra mesa me miraban con deseo, ignore las miradas lascivas cuando el camarero me trajo lo que pedí.

—Señorita, discúlpalos, son los chavales de barrio de toda la vida, la edad del pavo les hace ser estúpidos pero en el fondo son buenos chicos.

—Aunque lo sean, no deben mirar así a una mujer y encima puede que les doble la edad —digo con un tono de voz más alto—. Perdóname no es por usted, me parece una falta de respeto.

—Perdoné las molestias —dijo mientras servía el café.
 
El camarero volvió al local, los chicos huyeron al ver un hombre de unos cincuenta años, con barba larga y pelo, ambos blancos. Llevaba una chupa de cuero con pinchos. Parecía sacado de las películas de moteros. En un momento pensé que era un señor que atemorizaba a los jóvenes del barrio. Pero al acercarse pude ver las iniciales que me avisaban que era la persona a la que esperaba. Trague saliva y no le aparte la mirada.
 
—Hola Jessica —dijo con su voz ronca— cuanto tiempo sin vernos.

Esas palabras hicieron que mi estómago se retorciera y casi escapa la bebida que aun se mantenía caliente.

—Hola, disculpe ¿Cuál es su nombre?—dije sonando firme. Aquel tipo estaba haciendo que mi cuerpo temblase y no exactamente de gusto.

—Harry, pero más conocido como jefe—dijo sentándose en la silla de enfrente.

—Y bien ¿ A que tanto misterio?, ¿De que me conoces? Y lo más importante ¿Por qué atacasteis a Jacob y su familia?.

—No has cambiado nada, eres igualita a tú madre, fiera y dura.

—¿Qué? —mis ojos se abrieron como platos.

—Si Jessica, soy tú padre. Media vida pensando que había muerto. ¿Verdad?.

—Mamá no me mentiría —dije queriendo levantarme.

—Nadie quería estar con un alcohólico cuidando de su hija. Fui un error para tu madre. Esa es la verdad, ahora ella vive feliz con su marido y sin saber nada de ti.

—Es imposible, mi padre esta enterrado —las lágrimas querían salir.

—Parecía que morí por sobredosis, al enterarme que tu madre nunca me dejaría conocerte me sobrepase. Los de la banda me salvaron pero fingimos mi muerte. Tu madre no debía enterarse de que te cuidaría desde lejos. Y llevo haciendo eso durante años.

—¿Qué sabes tú sobre mi difunto marido? —dije incrédula.

—Hija, todo a su debido momento. Solo me quería reunir contigo para ayudarte. Se que mis aliados dispararon a tu marido. A Jacob si no recuerdo mal el nombre —dijo cogiendo una de las manos de la chica.

—¿Cómo estoy segura que eres mi padre?—dije con seriedad.

—Porque si no Amelia ya me habría matado. ¿No crees? Estamos del mismo bando hija, siento mucho lo de Jacob jamás quisimos hacerle daño.

—Necesito una prueba de paternidad, si no, no me dejaras más remedio que mandar a los hombres de Jacob que te corten la cabeza —dije clavando mi mirada.

—Sacó un papel—. Sabía que lo pedirías, hice que la otra noche Amelia te robara un mechón de pelo y mande a analízalo. Saca tus propias conclusiones hija mia. Confía en los que estamos de tu lado, ahora tengo asuntos pendientes —pago al camarero, se levanto y me dio un sutil beso en la cabeza.
 
Me quede petrificada viendo el papel, debería corroborar esta historia con Amelia.

Si era mi padre, su banda había matado al amor de mí vida, si que lo era. Oliver solo fue lo que creía que era amor, pero solo sufría.

Al llegar al apartamento Amelia estaba con las maletas al lado de su cuerpo y unos guardaespaldas estaban rodeandola.

—¿Qué es todo esto? —pregunté confundida.

—Querida Jessica, siento mucho lo que estas pasando, pero esta casa es ahora de mi propiedad, te agradecería que en una hora salieras del apartamento —dijo Charles.

—Eso es imposible, Jacob me lo dejo todo a mí —dije petrificada.

—Jacob en realidad no se caso contigo —dijo con una sonrisa torcida.

—Eso jamás lo permitiría me amo hasta en sus últimos momentos de su vida. —reprimí las lágrimas y me encare.

—Yo mismo falsifique los papeles, ahora te doy una hora para que tú y tu amiga os vayais de mi propiedad —dijo llendo hacia el ascensor.

—Esto no va a quedar así —dije con rabia y apretando los puños.

Estaba rota, todo me estaba superando. Empecé a recoger con lágrimas en los ojos.
 
—Mi niña, puedes venirte conmigo mientras tanto, vamos a solucionar esto. Jacob no es tan capullo de mentirte, aunque lo parezca —Amelia se acerco y me abrazó.

—Ya no se que creer —dije llorando en su hombro.

—Creo que Jacob no esta muerto, que su padre le tiene oculto, tu padre nos puede ayudar —la miro con cara extraña.—Sí, lo se todo.

Las verdades a medias duelen, no sabes que creer tu mundo se llena de posibilidades positivas al igual que negativas y empiezas a darte cuenta de todas las cosas que no has hecho bien las palabras que has guardado para dentro para no admitir que si que estabas enamorada de un idiota que quería ser tu amo y acabo enamorándose de ti, para no decirle a tú madre que eso de que las mentiras no se dicen y ella fue la primera quien te engaño para no decir a la vida que la realidad era una mierda y que es mejor muchas veces vivir con la venda en los ojos.



Las verdades a medias duelen, no sabes que creer tu mundo se llena de posibilidades positivas al igual que negativas y empiezas a darte cuenta de todas las cosas que no has hecho bien las palabras que has guardado para dentro para no admitir que s...

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