Capitulo 19. "Mensaje".

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Narra Jessica

La cuestión de recibir un mensaje es saber guardar ese trocito de palabras para ti. Hay veces que los mensajes se dejan en visto y duelen, hay mensajes ocultos que no deberían de estar en manos de nadie. Mensajes que cuentan una historia.
 
Me desperté, con un “buenos días” de Jacob en el móvil. También decía que hoy salía temprano y que no volvería hasta resolver unos asuntos. También me dijo que seguía pendiente de que sus detectives le mandaran información a lo largo de la semana. Le dije que iría a recoger algunas cosas más a la casa donde vivía con Oliver. Quedé en que el chófer de Jacob me recogiese allí donde me iba a llevar a conocer una parte de él.
 
Nos tiramos media hora chateando por el móvil aclarando cómo organizarnos. Hoy tenía día libre y decidí acabar de recoger todas las cosas que quería de ese horrible apartamento. Estaba dispuesta a venderlo.
 
Subí al piso, estaba frío y solitario. Ya no quedaban más que muebles y algunas de las pertenencias de Oliver. Yo ya saqué de ese lugar todo lo que me quería llevar, otras cosas las quemé y las doné.
 
Me acerqué a aquel cuarto donde los sueños y las noches de amor o eso creía surgían, como mis lágrimas cayendo de mis ojos.

Admiré desde fuera la puerta del baño.

“Joder Oliver", dije en bajo para mí misma.

Sin mucho que perder, y queriendo salir de allí, cogí unas cajas de plástico y empecé a coger las cosas de mi difunto marido.

Había ropa, había papeleo, había aparatos eléctricos, su móvil entre ellos. Lo abrí y leí nuestro último mensaje aquella mañana antes de morirse. Fue un “te amo".

Mentiroso

Seguí sacando la ropa, y allí estaba otra prueba más de lo que puedo ser otra infidelidad. En una de sus chaquetas, una de cuero que casi apenas se ponía, ya que se compró otra más macarra. Encontré otro móvil, quedaba un 10% de batería y en la barra de notificaciones solo salía un mensaje de un número oculto:

Quedamos donde siempre, no faltes a la cita, esta noche es la más importante.
 
Intenté abrirlo para saber si podía saber más pero al intentarlo el móvil fue configurado completamente y borro todos los datos, apagándose completamente. Lo cargué y no funcionaba. Eso era más raro. Se estaba gastando dinero en que no descubriera que me estaba poniendo los cuernos.
 
Recogí lo que quedaba y llamé a Jacob, que dijo que el chófer me recogía en quince minutos.

Mire los muebles por última vez, vi la cama sin nuestras sábanas, la nevera vacía y la encimera sin apenas nuestros aparatos electrónicos, esos me lo llevé yo al piso pequeño que alquilé mientras la policía hacía su trabajo, pero también me instalé allí porque no podía volver al piso donde le mataron.

Y después de meses luchando y viviendo mal me encontraba siendo rica porque decidí follar con un hombre millonario.

El chófer llegó en lo previsto, no me atrevía a poner aun la casa en venta, así que deje el cartel encima de la mesa. Decidí no hacerlo por lo que podía conllevar descubrir algo como hoy, los móviles y ese móvil raro y configurado para destruirse para que no supiera yo nada.
 
Llegué a un pequeño edificio, un bloque de tres pisos, cubriendo sus paredes exteriores deterioradas con un color coral apagado, donde según el guardaespaldas me dijo que debía subir, allí se encontraría Jacob, y acompañada subí a la vivienda.

Pasión llena de venganza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora