Capítulo 35. "Secuestro".

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Narra Jessica

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Narra Jessica

La libertad, respirar sin presiones, estar con los que quieres, cuando te arrebatan todo eso y te encierran en una habitación blindada. Con una cama parecida a las que hay en los manicomios. Cuando te vuelven a separar de la persona que amas. Sientes furia, dolor, desesperación y tú mente solo viaja a querer sobrevivir.

Había conocido la sensación de vacío muchas veces, y la frialdad desde que vi el cuerpo de Oliver desangrándose. Todo había sido a partir de hay luchar para no hundirme. Y la venganza es lo único que me hacía vivir. Pero las esperanzas se fueron cuando me di cuenta que era mucho más que hacer justicia. Era una ficha de un juego donde no tenía ni la mitad de idea. De ser una chica dedicada a su sueño a ser una persona que lidiaba con el sufrimiento diario, con un hombre con traumas más oscuros que jamás pude imaginar. Y lidiar con el mismísimo diablo porque ese era Charles. El demonio personificado.
 
Jacob y yo estábamos disparando, había mejorado mucho la puntería, la precisión. La ventaja o desventaja que yo tenía era que me acercaba mucho a mi enemigo para arrebatarle la vida. No tenía miedo a morir, no era una suicida entenderme, pero tenía que matar al culpable de todo el suplicio que me había echo pasar.

Ese pequeño apartamento era un refugio era un salvavidas mientras entrenábamos para acabar con ellos. Pasábamos horas entrenando, otras haciendo el amor. Amelia muchas veces se largaba, ella era una gran cazadora y investigadora. Muchas veces en ese tiempo le había dicho que se presentará para el FBI pero ella se reía.

Jacob muchas veces me decía que salía, con un hombre misterioso, su nueva presa, su adicción.

—Todos merecemos destensarnos, no quiero morir sin haber follado unas cuantas de veces mas— decía ella cuando Jacob la picaba, yo solo reía.

Los días allí se hicieron eternos, ni Jacob ni Amelia me dejaban salir. Ellos actuaban en las sombras. Jamás me dejaban sola cuando tenían que irse los dos juntos. Me quedaban con dos jóvenes de mi edad , o eso les echaba yo, de total confianza de Jacob.

Muchas veces, por el aburrimiento charlaba con uno en especial, el más majo.

—Ya que me tienes que seguir a todas partes, háblame de ti —dije con una sonrisa.

—No se me permite hablar de mí —dijo devolviendo la sonrisa.

Pero yo jamás me rendí, y le intente sacar poco a poco conversación, hasta averiguar que él era el hombre misterioso con el que salía Amelia y que estaban empezando una relación, aunque ella no estaba lista para admitir que por primera vez se había enamorado.

Jacob solía salir muy pocas veces, temblaba cada vez que por fuerza mayor tenia que salir.

—Jacob quiero salir, llevo un mes encerrada aquí —le dije seriamente.

—Sabes que eso es imposible pequeña.

Mi enfado se mostró en mi cara, si se que me quería proteger pero necesitaba aire. No podía hablar por aparatos móviles.  Ni conectarme a la red. Nos podrían descubrir y lo único que podía hacer era dormir, entrenar y ver películas, muy pocas veces volvía a leer, mi mente estaba tan colapsada que no me concentraba.

Pasión llena de venganza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora