Capítulo 32. "Te amo".

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Narra Jacob

El amor es el mayor veneno, o la mayor medicina. Dicen que de amor te mueres, o de amor vives. El primer sentimiento y el último es recordar a la persona que te robo el corazón. Y hablo de esa persona que te lo hizo para llenarte, no quien te lo quito de cuajo para no volver a devolvértelo, por esa persona mueres de dolor, y vives por quien te ama de verdad.

Ella fue la luz al final del túnel, ella siempre a sido ella desde que la salve de su propio abismo. Sobrevivi por ella, porque la amo, porque nos queda mucho por vivir juntos.
 
La luz tenue de donde quisiera que estuviera atacaban mis ojos recién abiertos, una maquina empezaba a pitar, el pulso se me había acelerado al cobrar la vida, o salir del estado de ensueño en el que me encontraba.
Un gotero de sangre y sueros acaban por el fino tuvo a mi brazo donde se encontraba la vía.

Al aclarar algo la vista, observe a mi alrededor, estaba en una sala parecida a un hospital. Había todo tipo de equipamiento medico. Pero no era un hospital, me sonaba ese lugar. ¿Donde estaba Jess?, estábamos en casa y oscuridad.

Mi cabeza me estaba martillado, el pulso se aceleraba cada vez más, mientras más despierto y activo me encontraba más subían.

—Buenas noches señor —dijo una enfermera rubia marcando su pecho en un ligero escote que llevaba su uniforme.

—¿Dónde estoy? —pregunté serio.

—No estoy autorizada para informarte, me alegro que hayas despertado.

En ese momento me arranque la vía de cuajo y agarre a la enfermera del brazo.

–Dime dónde coño estoy, y dónde esta Jessica —dije con cara enfadada.

—No puedo decirlo o perderé mi trabajo, ven que arreglemos este desastre –dijo asustada pero con amabilidad.

–Déjame en paz, me voy a mi casa —dije levantándome con la poca fuerza que tenia.
 
—Eso no va a ser posible —escuche una voz pero mi cuerpo noto un pinchazo y caí desmayado al suelo.
 
Me volví a despertar, esta vez vi la cara sonriente de mi padre. Era un psicópata cada vez lo tenía más claro. Hay lo entendí todo, me había encerrado, me había vuelto a usar como títere.

—Papá —dije retandole con la mirada.

—Hijo —me devolvió el gesto.

No me intimidada, no le tenia miedo, sabía que era un monstruo, sabia que su alma estaba consumida por su propia oscuridad, y yo aprendí a no caer en sus garras por muy debajo que me encontrará en ese momento. Sabia que pasara lo que estuviera pasando Amelia sabría que hacer. Ella era mi mejor amiga y la mejor investigadora que he conocido. A ella le das un simple cuchillo de cocina y te saca hasta lo que no sabes de ti mismo.

—Dejame salir de aquí padre, ya estoy recuperado —dije sin apartar la mirada, buscando un punto de debilidad.—Necesito ver a Jess.
 
—Hijo a partir de ahora, eres otra persona diferente, has muerto para el mundo, para Jess. Mañana partirás a España y harás una nueva vida.

Pasión llena de venganza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora