Capítulo 33. "Tentación"

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Narra Jessica

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Narra Jessica.

Su cuerpo, su mente, su voz, todo una tentación. El deseo sube cada vez que le miro a los ojos y me agarra del cuello, me besa despacio y me hace suya. Maldita tentación que me invita a pecar, a tomar cada beso y saborearlo. Hace que caiga en la lujuria y que disfrute de lo que me ofrece.
 
Aunque hace poco solo era su simple trabajadora.

Pero él verdadero hombre, el que esta detrás de esa capa de hielo, el que me hace tener orgasmos, el que hace que mi adrenalina corra por mis venas. Ese que me ama y mataría por mí, ese hombre es una tentación.
 
Jacob había cambiado con el pasar de los meses, había sido yo quien había roto su barreras de hierro. Las doble y me cole en su corazón para quedarme allí siempre.
 
Me costo aceptar que estaba enamorada de él. Porque yo también tenia heridas, un cabrón me había jodido. Me costó tanto porque me utilizaba con el fin de desquitarse.
 
Me desperté y él estaba dormido, le di un casto beso en los labios y me levante dirigiéndome a la puerta y dejarle descansar.

—¿A dónde vas pequeña?—me agarra de la mano antes de poner un pie en el suelo.

—Solo quería que descansaras tranquilo. —le dije con mi mayor sonrisa.

—No quiero que me dejes solo, nunca más mi vida. —me agarra de la cara, me aparta los mechones de pelo, me empuja hacia el y me besa—. Te amo —dice susurrando contra mis labios.

—Nunca me iré —susurre contra sus labios mirandole fijamente.

De repente el sonido de unos toques en la puerta nos interrumpió del ensimismamiento en el que los dos nos encontrábamos. Nos reímos fuertemente lo que dio paso a la cabeza de Amelia entre lo abierto de la puerta.

—Lamento interrumpiros los buenos días, pero hay que idear un plan —dijo mientras se acercaba a la cama donde nosotros estábamos abrazados. —Y tenemos que hablar con ella —le miro y el le devolvió la mirada.

—De que me tenéis que hablar —dije confundida.

—Mi padre es un traficante de drogas, eso creo que lo sabes, pero además de eso controla la vida de las personas, de sus empleados. Por lo que creemos tiene un laboratorio donde experimenta con personas. Yo estuve allí encerrado la estructura allí abajo no parece unas simples salas de hospital privado solo para la familia y sus ayudantes si los disparan —trago saliva, volvió a mirar a Amelia.— Mi padre compra vidas, dice que van a ganar millones, creen que van a tener poder, pero solo los envía a la muerte. Solo sus hombres fieles están con él, salvando su culo. Por eso yo no le pude matar así. O estaría muerto. Pero le he declarado la guerra.

—Además de que ya tienes una diana puesta en tu espalda —le corto Amelia — creemos que Charles trata con mujeres en prostíbulos y las maltrata. Le hemos visto entrar en varios y hasta salir con chicas, seguidos por sus hombres.

Pasión llena de venganza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora