Prólogo

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Entendí que en la vida hasta el amor más fuerte y que nos salva de nosotros mismos, también acaba destruido y en guerra.

El amor que tantas veces me ayudo a no acabar conmigo, se haya inerte y se va tan rápidamente como el agua baja por las tuberías.

Dicen que del amor al odio hay un paso, pero yo pienso que si de verdad quieres no vas a odiar a la persona que tanto bien te hizo aunque todo acabé destrozado.

Que la pasión y el sexo esta mucho mejor si haces el amor, no solo buscar tú propio placer, y eso es triste al igual que te quedas incompleto y con ganas de llegar a más.

Dicen que la venganza se sirve en frío, caliente es esperado y jamás te da más satisfacción de haber echo justicia porque piensas con el dolor, por eso las venganzas hay que prepararlas como un dulce veneno tomado a traición.

El amor, me ha traído aquí a querer solo pasión y buscar la venganza. Me juro que encontraré al culpable que me arrebato la poca felicidad, y me dejo muerta en vida, solo con el único objetivo de hacer justicia por ese amor que se fue con la vida de los dos.

Llamo a la puerta y nadie contesta, insisto pero nadie me abre, solo se me ocurre coger las llaves y abrir. Siempre se me hace mas fácil tocar al timbre porque acabo buscando las llaves media hora en ese bolso tan bonito que siempre llevo.
Consigo entrar a mi casa, no encuentro ni un solo ruido, es raro, siempre estaba ahí.
Entre en la habitación con la esperanza de desvestirme y quitarme este vestido tan incómodo al igual que los zapatos. También necesitaba una ducha, asique seguidamente de desvestirme y coger una toalla del cajón me adentro en el cuarto de baño de mi habitación.

Un charco de sangre se mete en mis ojos, el cuerpo se haya frío y con expresión de miedo, las lágrimas empiezan a brotar. Definitivamente el amor se había ido con su vida.

¿Quién sería el culpable de este acto?, pienso para mi misma. Rápidamente llamo a la policía.

5 meses después:

—No encontramos ni pruebas, ni el arma. No tenemos pistas. Sintiéndolo mucho debemos archivar el caso. Ha quedado cerrado -dijo el agente con cautela pero firme.

—No puede ser... -me quedo muda.

Con esas y con lágrimas salgo a la calle y corro a ninguna dirección, veo borroso. Necesito empezar a buscar por mi al culpable y entregárselo a la policía en bandeja.

Creía que el amor me salvaría pero ahora que estoy muerta en vida, no siento ni padezco, solo tengo un objetivo encontrar al culpable y crear mi venganza.

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