26.- Del altar a la tumba

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Han pasado dos días desde que Victoria se fue pero para mí parece una eternidad, en nuestra vida casi nunca hemos estado separados y ahora la perspectiva de vivir un mes sin ella me parece agobiante, más ahora que parecía que las cosas iban a mejorar entre nosotros dos, yo quiero creer que me perdono sinceramente, a eso me aferró para resistir un mes sin ella, la esperanza. 

Sé que esperan de mi este mes, la gente quiere verme ser un líder y aunque Helena está para eso me quieren a mi y yo también lo necesito, quiero recordar quién era, solo así tendré la certeza de que al final tendré algo, porque realmente no sé que haré. Por años he vivido solo para una cosa, después estaré perdido, ya que continuar mi vida desde donde la dejé no puede ser tan fácil o quizá si lo sea, dependerá de cuánto carácter me quedé para afrontar las consecuencias.

Pensando en eso voy al despacho, la puerta está entre abierta y al acercarme veo y escucho a Helena hablando por teléfono.

—Solo ve al departamento, en el armario en una caja azul, la vas a reconocer —dice Helena con una sonrisa en el rostro—. Un vestido blanco, es perfecto para la fiesta —voltea a verme cuando toco la puerta y me indica que pase—, ya llegó Rogelio te pongo en alta voz.

Aprieta el botón del teléfono y deja el auricular sobre el escritorio. 

—Rogelio, ahora sí estamos todos y bueno tengo que darles una noticia —escucho a Victoria suspirar—. Pueden empezar a ocupar la finca las palomas, en una hora llegará un poder firmado por el propietario para hacer uso de esas tierras, como ya le dije a Helena la única manera de hacernos de ellas por el momento es arrendando pero solo será un par de meses, mientras tanto con el poder podrán empezar a preparar la tierra. 

No está nada feliz con ello y de hecho me sorprende que se haya resignado a rentarlas pero por el momento está bien, si es cierto que las puede comprar más adelante nos tocará esperar pero por lo tanto ese no es verdadero problema.

—El papel no importa, Epitacio no nos va a dejar entrar —le advierto. 

Ese hombre nos la tiene jurada, nos odia como a pocas cosas en su vida, es imposible que nos deje entrar de buenas a primeras solo porque le muestre un papel. 

—Lo sé y no se preocupen —pues eso no es lo que sugiere su voz—. Helena por favor lleva tu teléfono y marca al número que va a estar escrito en el sobre, el dueño es quien hablará con Epitacio. 

—¿Quién es el dueño? —pregunta Helena como leyéndome la mente. 

—Alguien que parece conoces muy bien. Fernando Escalante —Helena sonríe con mucha satisfacción, sólo espero que no sea por lo que me estoy imaginando—. Hablaré con ustedes de eso al llegar, cuídense mucho y ojo con la gente que contratan. 

Por lo general para la prisca contratamos a la misma gente de siempre pero este año necesitamos más personas, muchas más y es imposible que sepamos quién es quién, ahora sin Victoria solo espero no cometer un error. 

—No esperarás que les pidamos referencias —le contesta Helena. 

La única razón por la cual esa gente aún trabaja de esta manera es porque no les pedimos nada de eso, nadie les pregunta, nadie verifica datos, nada, solo confiamos en ellos, les damos comida, un techo y trabajo por unas semanas, es todo lo que necesitamos y todo lo que ellos pueden pedir. 

Por suerte jamás nos ha tocado contratar a alguien malo, siempre corremos con suerte pero sabemos que puede llegar el día que no, sin embargo este es otro de los motivos por los cuales Victoria se hace pasar por una mujer temible, nadie en su sano juicio se atrevería a meterse con alguien como ella y además nosotros tenemos algo que los demás no, un montón de hombres armados. 

Los Caballero [Saga Amores Incesantes #4] || CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora