17.- Todo

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Hoy me salió un tiempo libre, el mismo que Mauricio saco para que yo pudiera hacer las maletas para ir a la ciudad de México, en un principio me pareció muy buena idea, ya no falta mucho tiempo para que nos tengamos que ir, el problema apareció después de abrir el closet.

Veo camisas, veo pantalones, un vestido que no uso desde los quince años, bajo la mirada y veo también botas, de todo tipo, zapatos bajos, los tacones que use en mi boda y también unas pantuflas.

Hay algunas cosas que bien puedo usar pero lo demás, o está muy deslavado o fuera de lugar para ir allá.

Las pocas veces que fui estuve todo el tiempo metida en el departamento de Helena y está vez es diferente porque iré a casa de mi suegra, además no es solo eso, vamos a tener no sé cuántos eventos allá, tengo que acompañar a Mauricio con sus amigos a ver unos negocios, tengo que ver a mis propios socios en las cerveceras para cerrar el contrato de la próxima producción e infinidad de cosas más y ya no sé qué hacer. Supongo que lo más viable es que el fin de semana me escape a Pachuca a comprar algunas cosas pero tampoco tengo la menor idea de que comprar.

La puerta de la habitación se abre y quién entra es mi madre, se sobresalta un poco al ver que estoy en el suelo con la ropa regada, no le gusta el desorden y no es normal que yo lo provoque.

—Victoria… ¿Qué estás haciendo? —inquiere sin acercarse más. 

—Mis maletas —le respondo y señalo mi cama en dónde está el único suéter que creo puedo usar— y las cosas no van bien.

—Realmente esto es el colmo hija —lo que pretende es hablarme con dureza pero termina burlándose de mí—. Tú hermana es diseñadora de modas, solo ve a pedirle ayuda.

Es que empezaba a olvidarlo, desde hace dos meses que Helena llegó no ha tocado su máquina de coser, no ha mandado por telas, nada. Está totalmente concentrada en aprender y eso me llena de orgullo, me hace entender que estaba equivocada y ahora muy arrepentida también.

He tratado de mal en peor a mi hermana, nunca le pregunté que era lo que quería, nunca me di el tiempo ni la oportunidad de escucharla, afortunadamente no es de las que se quedan calladas, me obligó a escucharla y también me mostró la realidad.

Si ahora no le pido ayuda es por vergüenza, no se vale que la trate mal y que después la busqué para que me ayude con mis problemas, merezco toda la desesperación por la que estoy pasando en este momento.

—Lo sé pero de todos modos no hay mucho que hacer —Helena necesita material para trabajar y en mi closet no hay nada a la moda—. Allá seguramente necesitaré cambios de ropa para cada comida, voy a estar todo el día con no sé que personas y ellos, todos ellos estarán atentos a mi.

Según la lengua venenosa de mi suegra hay mucha gente que quiere conocerme, todos están muertos de ganas por saber quién fue la mujer que les arrebato a Mauricio Valencia de las manos. 

—Pero eso no te preocupa realmente —me conoce muy bien—. Lo que a ti te pesa es no poder pedirle ayuda a tu hermana. Victoria tu orgullo no te llevará a ningún lado. 

Lo sé, está probado y comprobado que mis actitudes no son las mejores, que en ocasiones en lugar de mejorar las cosas solo las empeoró pero está vez no es mi orgullo el que me impide pedir ayuda, es mi vergüenza la que no me deja verle la cara a mi hermana. 

—No estoy segura de que ella quiera ayudarme —apenas y le he visto la cara en los últimos días.

Ya se acostumbro a levantarse temprano, a primera hora ella ya está desayunada y lista para irse a trabajar, yo le dejé todo a Juan José y él tampoco se deja ver fácilmente, si no fuera por Valentín ellos ni siquiera me dirían lo que hacen y está bien, yo me gane el que se escondan de mi. 

Los Caballero [Saga Amores Incesantes #4] || CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora