53.- Amanecí en tus brazos

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Mientras estaba borracho creí que sería una muy buena idea traerle una serenata a mi esposa pero resultó todo lo contrario, creo que no le gusto nada porque al final termino bañándome con una manguera de agua fría y al subir a la habitación me baño con agua aún más fría, no lo disfrute pero por lo menos ahora ya me encuentro mejor y tengo que estarlo porque hay muchas cosas que resolver, tanto que discutir. 

De verdad quiero saber que está pasando con Juan José, necesito saber porque nunca me dijo que tenía a su ex prometido trabajando con ella y ahora aunque no lo ha explicado entiendo muchas cosas, entiendo porque siempre la ha cuidado tanto, porque le tuvo tanta paciencia, porque me quería romper la cara aquel día que le dijimos que nos habían asaltado, porque le habla con tanta confianza y autoridad, porque a veces no quiere venir a las celebraciones, porque nunca le caí del todo bien, porque huyó el día de nuestra boda.

El día de hoy he ido de conmoción en conmoción, toda esa adrenalina me tiene muy cansado pero tengo que arreglar las cosas con mi esposa, explicarle el porque actúe de esa manera en la tarde. Después de pensarlo un poco si me vi muy mal al exigirle que se fuera de esa manera, me comporte como un patán al intentar manipular a Victoria, más cuando no puedo cumplir mis amenazas, no puedo abandonar a la mujer que amo en uno de los peores momentos de su vida. 

Salgo del baño, ya con una pijama y la veo a ella sentada en medio de la cama, mirando al frente, perdida, se ve tan desolada que siento una punzada de dolor en el corazón, yo le hice esto.

—¿Ya estás sobrio? —me pregunta sin mirarme.

—Solo soy un ebrio de amor —le respondo y sus labios casi se curvan en una sonrisa.

—Por lo menos el mal sentido del humor te ha vuelto —voltea a verme, con esa pijama rosa casi parece una niña, ya no es misma mujer arrebatadora que entro a una sala de juntas a enfrentarse con su destino—. Siéntate, por favor.

—¿Me vas a contar un cuento? —le pregunto sentándome a su lado.

—Una triste historia de amor… —confiesa con un nudo en la garganta— ¿Sabes? Mi papá nunca me dijo que me amaba, yo no lo sé pero a veces creo que me apresuré a enamorarme de Juan José por esa razón, yo necesitaba que alguien me dijera que me amaba.

Me ha tocado escuchar muchas veces eso, y no es porque nuestros padres no nos quieran, es porque nunca han tenido el valor de hacerlo, nunca fueron capaces de externar con palabras ese sentir y aunque es algo común no deja de doler, no quita el vacío que se siente y a mi me da mucha pena con Victoria y con Rogelio, porqué ellos no lo escucharon para si mismos pero si para Helena, todos siempre recuerdan que ella fue una niña muy amada por su padre, no sé si alguna vez Victoria ha sentido celos de eso pero nadie podría culparla.  

—¿Y quizá también te apresuraste para que alguien que te librará de ser Victoria Caballero?

Ella me ve a los ojos y asiente, es como si algo se estuviera rompiendo dentro de ella y aún así se esfuerza por darme una débil sonrisa. 

—Me conoces tan bien —murmura sarcásticamente—. Si, creo que eso quería al aceptar fugarme con Juan José, a veces me sentía atrapada aquí, la perspectiva de una vida mandando sobre gente que no me respetaba y que no me veía capaz de nada más que darle un heredero digno a mi apellido era abrumadora, era mucho para mí… y aún así… ¡Dios mío! Lo quería, si me quería quedar y demostrar que era más de lo esperaban, más de lo que yo misma esperaba. 

Y lo es y no tiene que demostrarlo, no tiene que sacar la cara por nadie, porque ella sola supo hacer de su vida algo grande y brillante, es una luz para todas las personas que la conocen, en ella pueden ver qué a pesar de los prejuicios, de las pocas oportunidades se puede salir adelante.

Los Caballero [Saga Amores Incesantes #4] || CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora