31.- Que falta me hace mi padre

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Y el mes que mi hermana estaría lejos paso como me lo temía, lento y cansado, aquí el trabajo nunca paro, entre los caballos, el ganado, la preparación de la tierra para los campos de cebada fue todo un relajo pero afortunadamente está todo listo y mañana apenas llegué Victoria tendrá todo en orden, se dará cuenta del buen trabajo que ha hecho Helena y al fin esa niña va a poder presentarle sus intenciones de construir su casa, su taller, el cual le urge, nada más hay que entrar a su habitación para verlo, está llena de telas, de hilos y no se cuántas cosas más, al paso que va esa habitación ya no le va a servir para dormir.

Victoria estará contenta con la noticia, el proyecto le parecerá bueno y por fin las cosas tomarán el rumbo correcto y siendo así es momento de cumplir con una deuda que tengo pendiente.

Tengo una obligación moral con Isela, le diré la verdad y según su reacción también podré liberarla de nuestro compromiso, no tiene caso seguir alargando mi agonía, la suya y la de mis hermanas. Si esto me va a estallar en la cara es mejor que lo haga de una vez.

—¡Dios, creí que esto no acabaría nunca! —dice Helena cuando entramos a la casa.

El trabajo en las palomas la dejo molida pero no queda de otra, la cebada tiene que estar bien para asegurar nuestros contratos y fuera de eso, la calidad del cultivo se debe mantener por encima de cualquier cosa, podemos perder dinero pero no nuestra imagen.

—Pues terminó pero no te pongas cómoda —le digo cuándo se deja caer en el sofá—, Victoria regresa mañana y tenemos que estar listos, cito a mi padrino.

Quién es también el padre de Maximiliano. Cuando nuestro padre murió fue él quién nos ayudó a seguir moviendo el ganado, no es nuestra prioridad pero si una muy buena fuente de ingresos. La hacienda de los Fernández está ubicada más cerca de Pachuca así que es muy raro que se de el tiempo de venir y si mi hermana lo cito es para algo verdaderamente importante. 

—¿Para que lo necesita? —me pregunta con un débil temblor en la voz. 

—No lo sé pero supongo que entrados en gastos también hablaron de los que andas haciendo por ahí —quizá no sea prioridad pero no significa que no será importante para Victoria. 

—¿Y que ando haciendo? —pregunta inocentemente— Rogelio las cosas tienen un nombre, no desaparecerá solo porque evites mencionarlo u ocultarlo.

Aquí no se puede ocultar nada, la gente eventualmente se dará cuenta de lo que pasa y van a preguntar, cuándo lo hagan a quien más duramente van a criticar es a Helena, porque así son las cosas, el escrutinio público puede ser demoledor.

—Helena, tienes que decírselo a Victoria inmediatamente llegué —la idea no le gusta pero hay buenas razones—. Ella es la única que puede detener la ola de malos comentarios, de chismes, es la única que puede protegerlos a los tres de cualquier cosa que les quieran hacer.

Quiero creer que en este pueblo aún son civilizados, que ni siquiera lo notarán pero lamentablemente no son así y si Helena, Valentín y Maximiliano quieren vivir de manera tranquila su romance será mejor que cuenten con el apoyo no solo de Victoria, si no también con el de mi padrino y Juan José.

—Lo dices como si fuera algo completamente atroz o no será Rogelio, ¿Qué piensas como los demás, que soy una cualquiera?

Yo no soy su enemigo y tampoco soy un hombre cerrado que no lo entiende, sé perfectamente que no es una niña, que la está haciendo no es malo, no porque los tres, extrañamente están de acuerdo, incluso Valentín y Maximiliano hablaron conmigo, me prometieron cuidarla y que su relación seria discreta y lo más importante sana y tengo la más firme intención de respetar eso, voy a apoyarlo porque se merecen una oportunidad pero no será fácil y solo espero que lo que tienen sea lo suficientemente fuerte para soportar lo que se viene.

Los Caballero [Saga Amores Incesantes #4] || CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora