Con los años había logrado olvidar lo cansados que son los funerales, lo que conllevan y la soledad que uno llega a sentir cuando se terminan. En esta ocasión no murió nadie de mi familia, ni siquiera era un conocido mío pero si de Mauricio, era el padre de Alina y Alberto Quintana, esa noche ni siquiera llegamos a casa, en cuanto nos dieron la noticia fuimos hasta la casa de los Quintana en dónde solo encontramos caos y muchas lágrimas, me costó mucho trabajo intentar tranquilizar a Alina sin echarme a llorar con ella, Helena era la indicada pero no tuvo las fuerzas suficientes para algo así y siendo sincera no sé cómo las tuve.
Mi viaje duro una semana más de lo que estaba planeado y aunque me gustaría quedarme un poco más no puedo, tengo mucho trabajo en la hacienda, ya no puedo detenerme pero no puedo negar que está semana extra me sirvió para conocer mejor a las personas con las que estoy negociando, Fernando ya me dejó bien clara su postura y como quiere que lo ayude, me ha dado todas las facilidades con la finca y se lo voy a corresponder cuando llegue el momento y además le agradezco mucho que me presentará a Kate, de alguna manera he llegado a confiar en ella, me parece que es una excelente profesional, es por eso que ya la elegí para ser la persona que ayude a Rogelio en mi ausencia.
Llegó a su oficina y antes de preguntar por ella la veo venir hacía mi con algunos libros, se sorprende un poco al verme, hoy teníamos una cita para comer con Alina, Paola y Vanessa pero yo decidí adelantarme.
—Victoria, no es que no me de gusto verte pero aún es muy temprano —una hora y media para ser exacta—, ¿hay algún problema?
—No, pero si necesito que me asesores en un asunto, independiente de los negocios que tenemos con Fernando.
Ella asiente muy seria, se pondrá todavía más sombría cuando le diga a qué he venido. La decisión que tome no fue fácil pero estoy mirando directamente a los ojos de la muerte, si me voy no quiero que mis seres queridos tengan que pensar en cosas sin importancia, lo único que deseo es que al igual que yo estén en paz.
—En ese caso pasa —abre la puerta de su oficina y se hace a un lado para dejarme pasar—. Cristina si la licenciada Rocha sale me avisas, por favor.
Su secretaría asiente y juntas entramos a la oficina, a diferencia de la de Fernando está es más pequeña pero está mucho mejor organizada, solo tiene unos cuantos papeles en el escritorio y lo demás está perfectamente organizado en sus carpetas, deja en el estante sus libros y luego se sienta y me indica que haga lo mismo.
—Estoy aquí porque quiero que me ayudes a preparar mi testamento.
Ahora la sorpresa desaparece de su rostro y se vuelve toda preocupación, yo siento que no debería ser así, sabe perfectamente lo que todos nos estamos jugando al entrar en la guerra en contra de Octavio Escalante y Heriberto Félix, esa es la excusa que doy, pero en realidad yo tengo mis propias batallas, que me angustian más y me producen más terror que las otras.
—Bien, no lo esperaba… ¿estás enferma o tienes algún problema? —es la primera vez en la vida que la oigo titubear.
—No, por supuesto que no —es hora de dar mis excusas—. Es solo que quiero estar preparada, las cosas ahora son peligrosas y si algo me pasa yo necesito dejar todo bien claro —esto es por Vicente, depende enteramente de mi—. No sé si lo sepas pero a mí padre lo asesinaron a sangre fría, eso nunca lo he podido olvidar, si algo así llegará a pasarme no quiero irme sin dejar a mi hijo desamparado.
Después de la muerte de Álvaro Camarena mi papá aprendió que no tenemos la vida comprada, él hizo su testamento para que no quedáramos a la deriva como Juan José, quién para evitar peleas dejo todo lo que su papá construyó en manos de su tía Constanza, lo que tiene ahora es gracias a su trabajo.
ESTÁS LEYENDO
Los Caballero [Saga Amores Incesantes #4] || Completa
Romance-Ese hombre primero mato a mi padre y después abuso de mi, quiere verme muerta de dolor. Lo que más desea es que me convierta en la pobre víctima de su venganza pero no, jamás lo seré. De mi obtendrá lo contrario, voy a luchar. Te juro que se arrepe...