Si alguna vez creí que esto sería fácil estaba muy equivocada, ya ni siquiera recuerdo cómo es que antes me veía capaz de algo así. Suspiro y hago que mi hijo me suelte la mano, es como arrancarme el brazo pero es necesario, se le hace tarde y a mi también.
—No puedo ir contigo mi amor, lo siento —trato de consolarlo o de consolarme a mi, en el mejor de los casos.
—¡No quiero ir sin ti! —replica atrayendo la mirada de todos.
Si yo hubiera hecho eso probablemente mi padre me habría gritado el doble y me habría castigado de alguna manera, sin golpes y sin ningún tipo de tacto también; Rogelio y yo nos habíamos jurado que jamás le gritaríamos a nuestros hijos, que ellos recibirían un trato más amable pero he fallado, si le he gritado a mi hijo, también lo he castigado un par de veces, es parte de la educación de un niño, ahora lo entiendo y para sorpresa de los demás está vez no habrá nada de eso, ni gritos, ni castigos porque esto puede que sea una despedida definitiva.
Yo sé lo que es perder a un padre y todavía me duele mucho el saber que probablemente se fue de esta vida enojado conmigo, no voy a hacerle eso a mi hijo y tampoco a mi, no me iría tranquila. Me hincó como casi siempre para verlo a la cara, tomo una de sus manitas y la llevo a mi mejilla, solo así se concentrara en mis ojos.
—A veces no se puede tener lo que uno quiere, a veces las cosas buenas tardan en llegar y… solo tienes que esperar un poquitito y todo habrá terminado —veo en su rostro que no me entiende, y quizá sea lo mejor, ahora no tiene porque entender—. Escúchame bien Vicente, recuerda siempre que yo te amo, no permitas que nadie te diga que no es así, nadie tiene derecho a herirte —muevo su mano con la mía hasta que queda en corazón, siento sus fuertes latidos y recuerdo la primera vez que lo escuché, siento de nuevo ese amor abrumador que me estaba quemando, las lágrimas que me negué a llorar por la rabia que sentía— y pase lo que pase guárdame aquí, solo aquí.
Quiero creer que no fui una madre tan mala, todo el tiempo que tenía se lo di, trate todos los días de echar a un lado mi odió para solo darle amor y sé que falle en muchas cosas pero no con él, a mi hijo le di todo lo que hubiera querido para mí.
Lo abrazo lo más fuerte que puedo, como si alguien quisiera arrancármelo de los brazos y así es, solo que su padre no lo hará a la fuerza.
—Es hora Victoria, tenemos que irnos —me dice Mauricio, volteo a verlo y no lo soporto más.
Quiero llorar, quiero con todas mis fuerzas hacerlo y suplicarle que me dé más tiempo pero sé que eso es imposible, yo misma me asegure de hacerlo así, porque si queda está vez Luciano si me matará para quitármelo y prefiero perderlo antes que darle a un dulce niño para que lo deforme.
Al final como si me estuvieran clavando un hierro ardiente en la piel, lo levanto en brazos y se lo entrego a Mauricio, ni siquiera me atrevo a verlo por última vez, en lugar de eso voy con mi nana, también tengo que despedirme de ella.
—Cuídalo bien nana, por favor no dejes que nadie le haga daño —le susurro al oído cuando la abrazo, tampoco dura lo suficiente.
—Si mi niña, se prudente por favor y tú recuerda que no eres como él, eres mucho mejor, eres buena.
—Gracias por tener tanta fe en mi nana —al parecer es la única que no la perdió nunca—, en cualquier momento voy por él.
Esa es la promesa más grande que he hecho, la única también que no tengo la certeza de cumplir. Antes de salir mi nana me da un beso en la mejilla y también su bendición, quisiera también la de mi madre pero ella de ninguna manera me la dará, también me asegure de eso.
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Los Caballero [Saga Amores Incesantes #4] || Completa
Romance-Ese hombre primero mato a mi padre y después abuso de mi, quiere verme muerta de dolor. Lo que más desea es que me convierta en la pobre víctima de su venganza pero no, jamás lo seré. De mi obtendrá lo contrario, voy a luchar. Te juro que se arrepe...