La recepción de la boda va realmente bien, creo que todos están disfrutando a su manera de esta boda, no es típica ya que mi mamá desde la ciudad de México mando a traer un servicio de banquetes muy elegante —aunque doña Elisa no se quedó con las ganas de preparar comida para ya más entrada la noche—, lo que si me está molestando un poco es la música, no dudo que la gente de aquí sepa apreciar la música clásica pero no va con ellos, están acostumbrados a fiestas grandes, llenas de color, de alegría y me voy a encargar de que así sea.
Para eso, anoche, antes de hacer nuestras tonterías, contraté al mejor mariachi que hay por aquí, han llegado y en diez minutos exactos van a entrar, aunque a mi mamá se le caiga la cara de coraje.
Entro a la carpa y veo a mi esposa platicando con unos amigos de mi padre, no se como le hace para sonreírles si ni a mí que llevo toda la vida conviviendo con ellos me caen bien.
Ahora que la veo me doy cuenta de lo mucho que está tratando de esforzarse para encajar con estas personas pero no tiene que hacerlo, no voy a obligarla a invertir seis meses de su vida con estás personas que no se la merecen, que ni siquiera van a llegar a apreciarla nunca; además por seguridad es mejor que nos quedemos aquí, si ese hombre, Luciano, averigua algo con respecto a la muerte de su hermano vendrá inmediatamente por Rogelio, no voy a dejarlo solo.
—Deja algo para la luna de miel —me dice una voz conocida a mi espalda—. Te la vas a acabar con la mirada.
Sonrió porque lo que más quiero es verla toda la vida, ese es mi único deseo.
—Alberto, me da gusto que si vinieras —me doy vuelta para darle un abrazo que recibe con gusto y ahí también puedo ver a su esposa—. Marisela, cada día te pareces más a mi madre.
Es demasiado joven para vestirse como una señora, no se le ve mal pero debería sacarle más provecho a su juventud y belleza.
—Eso no es ninguna ofensa —me responde acercándose para también darme un abrazo y un beso en la mejilla—, espero que tu mujer con el tiempo también aprenda.
Definitivamente no, me enamore de Victoria siendo una persona, no voy a dejar que nadie cambié quien es, porque así tal cual la ven es perfecta, totalmente perfecta.
—Victoria no tiene que aprender nada, mírala —y para mí sorpresa lo hace—. Es bella, fuerte, inteligente, trabaja más que muchos hombres que he conocido en mi vida y me ama —que sería suficiente para mí—. No puedo pedir más, así como Alberto tampoco.
Con eso pongo en serios problemas a mi amigo pero Marisela no se va a ir tan fresca después de ver a Victoria como lo está haciendo, aquí nadie le va a poner mala cara e irse sin que yo de alguna manera le haga pagar por eso y no hay nada que le haga molestar más que le recuerden que ella no es la mujer que tiene el corazón de su marido, yo lamentablemente no pude hacer nada por ella, ni por Alberto pero lo haré por mi esposa.
Toda esa gente la va a respetar y la van a ver por encima de mi, porque así es, yo soy un idiota que no se la merece pero me hizo el gran favor de aceptarme.
—Todos tenemos lo que nos merecemos —me contesta Alberto intentado sonreírle a su esposa.
—Tienes razón, aunque algunos la felicidad no les dura mucho —a lo lejos veo al primo de Marisela, Fernando a quien la felicidad le duró muy poco—, ¿en dónde está Alina?
Sin duda con ella y Fernando aquí está fiesta sería monumental, pero no la vi en la ceremonia y tampoco por aquí, dudo mucho que se entretuviera viendo el paisaje, no la culparía de ser así pero ambos sabemos que no es la suyo.
—Sabes que mi papá no se ha sentido muy bien —lleva diez años enfermo, yo también lo estaría de saber que condene a mi hijo a un futuro totalmente infeliz—, además tiene mucho trabajo, te manda un abrazo y dice que le hables, ya está listo tu asunto.
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Los Caballero [Saga Amores Incesantes #4] || Completa
Romansa-Ese hombre primero mato a mi padre y después abuso de mi, quiere verme muerta de dolor. Lo que más desea es que me convierta en la pobre víctima de su venganza pero no, jamás lo seré. De mi obtendrá lo contrario, voy a luchar. Te juro que se arrepe...