58.- El aventurero

24 6 0
                                    

Cuando éramos niños siempre esperábamos con ansias que llegara la fiesta del pueblo, contábamos los días para estar aquí, para subir a los juegos mecánicos, para comer un montón de dulces, para estar juntos y luego crecimos pero poco cambio, quizá ya no podíamos subirnos a los juegos mecánicos pero si podíamos ir a la fiesta charra y al jaripeo sin supervisión de nadie, podíamos quedarnos hasta la madrugada en el pueblo y por supuesto ir al baile. 

Victoria además de tener una voz preciosa baila casi todo lo que pongan, salsas, cumbias, zapateado, huapango, al son que le toquen ella baila y se ve que había estado muchos años reprimiendo sus ganas de salir, de salir, algo la libero de la jaula en dónde se mantenía a salvó, al fin empieza a querer vivir de nuevo y yo también.

Veo a mi alrededor la vida, veo a todos felices y me doy cuenta de lo oscuro que fue todo en los meses pasados, el como vivir encadenado a una botella me estaba privando de esta felicidad, me quito todo lo que era y ahora no estoy por completo sano, a veces aún siento ganas de salir corriendo por alcohol pero me contengo, al ver a mis hermanas reír y al ver a Isela despertar a mi lado. No quiero perder esto, no quiero volver a sentir dolor pero lo tendré que hacer porque se nos acaba el tiempo, ya no nos quedan más días, todo va a acabar muy pronto, así que voy a exprimir hasta la última gota de alegría que me quedé, voy a disfrutar esta noche sin importar nada.

—Rogelio, despierta —volteo a ver a Mauricio y solo le sonrió.

—Estoy más despierto que nunca… —vuelvo a mirar a la pista y veo a mi hermana sonreír mientras baila con Maximiliano, me sorprende ver qué no se siente incómoda con la idea de él rodeando su cuerpo— Victoria se está divirtiendo, por  lo menos hoy se permitió hacerlo.

Todos estos días ha estado muy perdida, sin saber muy bien que hacer o donde ir, solamente se ocupa de los niños, de mantenerlos seguros pero hoy no, los dejo ir a la feria, le permitió a Vicente ser un niño normal, por una vez, todos nosotros intentamos no dejar que nuestros problemas afecten lo que puede ser una gran noche, la primera de un montón.  

—No tendría porque darse permiso para ser feliz —sentencia Mauricio.

Suspiro intentando encontrar las palabras para darle un poco de consuelo pero al final quién llega para darnos un respiro es Alina, está muy contenta con nosotros —con Juan José mejor dicho—. Es gracias a ella que Victoria se ha permitido portarse de una manera distinta, sabe que cuando ella regresé a la capital le dirá todo a su hermano, por nuestro bien es mejor que hable a nuestro favor y es por su bien que no puede enterarse de lo que pasa aquí, si son como los imagino harán un escándalo de proporciones catastróficas. 

—¿Por qué están aquí? —nos pregunta a los dos y luego solo se dirige a Mauricio— ¿No sabes bailar?

—Si se bailar Alina, si le dedicaras más tiempo a lo que hay a tu alrededor y menos al rostro de Juan José te habrías dado cuenta —Alina solo pone los ojos en blanco—, ¿en dónde está por cierto?

—Fue por un trago, míralo —nos señala uno de los puesto de adelante.

Me sorprende mucho ver cómo a Juan José está tan tranquilo, tan feliz me atrevería a decir, lo conozco de toda la vida y nunca lo había visto así, es agradable sin duda pero también un poco preocupante porque él no es un hombre de una noche y si pretende ir más allá con esto no creo que la tenga fácil, yo no conozco a Alina, se ve una buena persona, ayudó mucho a mi hermana pero tiene toda la pinta de que le hará llorar lágrimas de sangre a Juan José si él se enamora, ojalá me este equivocando porque yo lo único que quiero para él es la más grande felicidad, así sea lejos de nosotros. 

—Ahí está otra vez de coqueto —murmura Mauricio fingiendo desesperación—. Siempre es lo mismo con él, lo descuidamos un segundo y se encuentra con un montón de mujeres en su camino. Su canción es el aventuro, ¿si la conoces?

Los Caballero [Saga Amores Incesantes #4] || CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora