21. Palpitaciones

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— Lara

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— Lara... — dijo apenas en un susurro.

Trague con fuerza, obligándome a centrarme en sus palabras.

— ¿Cómo puedes tu saberlo? — repetí — Conociste a Wayne mejor que yo, él no era rencoroso o egoísta. Él no querría que te negaras la oportunidad del ahora por lo que ocurrió en el incendio. Querría que vivieras intensa, apasionada y profundamente.

— No sabes lo que dices — gruñó levantando sus manos para apartar las mías, podía sentir los músculos de su mandíbula moviéndose bajo mis manos.

Ejercí presión con mis manos y me acerqué todavía más, no le dejé un lugar donde esconderse de mí.

— Forbes, no me digas que estas dudando en jugar. Por favor.

Él apretó sus labios con una expresión extrañamente dolorida. No vendrá a decirme que no me soportaba cerca.

— Estoy dudando de todo menos eso.

— ¿De todo? — fruncí el ceño, confundida — ¿Qué quieres decir?

Por un instante sólo me miró, trozos minúsculos de negro azabache expandiéndose en sus iris y amenazando con consumir por completo su mirada. Me maraville y momentáneamente me distraje, ¿Cómo nunca lo había notado antes? Mis ojos se movieron a su boca, rodeada de cabello oscuro muy espeso y grueso se notaba en sobremanera el tono rosado de sus labios y la manera como se contraían alrededor de las palabras. Él estaba hablando pero no lo escuchaba, ávidamente estaba consumiendo todo los descubrimientos que encontraba, más arriba el espacio de sus pómulos donde la piel era más suave bajo las puntas de mis dedos y arriba donde sus cejas ligeramente arqueadas enmarcaban sus ojos.

Siempre había sido ambiciosa, siempre había querido más. Y ahora que lo había descubierto, que realmente lo había visto por primera vez, quería descubrirlo todo.

Dios. ¿Porque nunca le había puesto atención?

— Lara — curiosamente fue su voz más pausada la que atrevesó la bruma que me había embrujado.

— ¿Qué? — susurré.

— Debes apartarte. Ahora.

Parpadeé y me eché para atrás, horrorizada al descubrir que me había estado inclinado cada vez más hacia él, peligrosamente cerca de sus labios. Y no exactamente de un modo amistoso, es decir sí, de un modo muy amistoso pero rayando en lo acosador.

¡Estuve a punto de besarlo, por el amor de Dios! Estábamos hablando de Wayne y él estaba enojado, luego yo prácticamente estaba saltando sobre su regazo ¿Qué había pasado en medio de eso?

Me hundí en mi asiento y fije mi mirada al frente con una cierta palpitación en el pecho, ¿o era la herida en mi costado? Bajé la mirada a mi misma como si tratara de comprobar que nada había cambiado, que no había hecho una incisión en medio de mi pecho para sacar mi corazón y ofrecercelo. Pues así me sentía.

El Quarterback Y YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora