Escudriñé el campo abajo, poco a poco los hombres de mantenimiento comenzaban a salir del césped llevándose las podadoras y esas máquinas para marcar la pintura blanca, era el ritual a seguir antes de un gran evento y ellos se estaban preparando desde una semana antes. El próximo lunes era el inicio de la temporada, el tan anunciado partido inaugural de Maynard contra Shadow Valley, los ánimos se habían caldeado aún más cuando las Sombras ganaron su segundo partido de pretemporada ayer por la noche, de nuevo había sido un partido magnífico del equipo y me había pateado mentalmente todo el día por ser tan terca como para no ir.
Pero no podía. No tenía la fuerza suficiente para pararme frente a Forbes como si nada hubiera ocurrido, como si todo lo que tengo adentro no estuviera temblando como una gelatina. Ya había hecho una vergüenza de mí misma los últimos tres días de entrenamiento.
— Él lo sabe — no me sorprendió girar la cabeza y encontrar a papá sentado en la misma butaca que la última vez que había estado allí. Su gorra justo sobre sus cejas.
Tal vez inconscientemente había ido allí por eso. Porque necesitaba alguien con quien hablar, ¿Quién mejor que un fantasma?
— Él sabe que lo estás evitando — alargó la última palabra con una voz casi malhumorada, estiró su brazo sobre el respaldo de los tres asientos que nos separaban y ladeo su cabeza hacia mí — Aunque no sabe porqué.
Mantuve mis labios juntos, él continuó con un suspiro largo y casi doloroso.
— En otro tiempo me cortaría mi propia pierna para evitar esta conversación, Larie. Tienes veinte años y aún no puedo concebir una realidad en la que mi hija tenga unos de esos renacuajos manos largas degenerados bastardos llamados novios. Agh — él incluso se estremeció, sonreí levemente
— Son demasiados adjetivos para un sujeto hipotético.
— Pero ese es el problema, no es hipotético. Tu quieres a Jack Forbes y si no te sintieras tan confundida ya habrías caído sobre su espalda y reclamado como tu novio — hizo una pausa pero ciertamente yo no iba a refutar ese punto porque era justo lo que quería — Y entonces aquí estoy, siendo torturado por la idea de que mi niña no solo se enamoró, sino que tuvo que escoger al paradigma mismo del jugador. Gruñón, enorme e idiota. Tan idiota — sacudió la cabeza — Ni siquiera han formalizado nada y ya te está haciendo sufrir.
— No es por su culpa — respondí.
Él no me hace sufrir. Luego de la segunda mañana que me había negado a ir a la bodega él había dejado de mirarme en los entrenamientos de la tarde y así habíamos construido una relación distante y breve. No amigos. No cercanos. No enemigos. Solo personas que se movían en los mismo círculos y de vez en cuando intercambiaban una o dos palabras.
Y era tan estúpido y doloroso.
— No es él, es todo lo demás — estuve a punto de soltar un grito de pura frustración que contuve con una respiración profunda y un ceño fruncido — Él no me odiaba, al menos no de la manera en que siempre creí, solo estaba haciendo lo correcto. Siendo leal a Wayne.
— Wayne está muerto — dijo lentamente.
El nudo en mi garganta se cerró aún más dolorosamente, haciéndome casi imposible respirar.
— Lo sé y eso hace un maldito desastre de todo esto. Wayne enamorado de mí. ¿Cómo...? — presione la palma de mi mano en el centro de mi frente y exhale — ¿Cómo nunca lo supe?
Él hizo un ruido evasivo, frotó su propia frente y vi como una de las únicas luces del lugar atrapaba el brillo de su anillo de matrimonio. No puedo recordar un solo día en que no lo usará y, naturalmente, hizo lo que siempre haría en cualquier situación especialmente delicada. Como cuando tuve mi primer periodo y había estado a punto de ponerse a llorar conmigo, después de que el chantaje con helado no funcionara.
Llamar a mamá. Es la solución cuando no hay soluciones.
— Debiste traer a tu madre aquí...
— ¿Traer? — esta vez fui yo quien ladeo la cabeza.
Papá dobló su codo y apoyó su barbilla en su mano, me dirigió una sonrisa apretada y triste.
— Cariño, soy tu imaginación. Realmente no estoy aquí.
Aunque mis ojos se empañaron mantuve mi mirada en él, robando cada segundo que podía ver su rostro a tan solo unos metros de mí. Real o no. Grabé el contorno de su rostro, sus ojos verde abeto iluminados con su inteligencia bulliciosa y carácter empecinado, su sonrisa de dientes blancos contrastante con su piel oscura y todo el conjunto que me daban seguridad y amor. Siempre va haber un momento en que va ser muy doloroso ver a una persona amada, viva o muerta. Aquí o allá.
Reuní fuerza para asentir y devolverle la sonrisa. Necesitaba hablar con él o... Conmigo misma, en su defecto.
— Entonces podrás decirme tu opinión sincera.
Él exhaló y frunció la boca.
— Creo que Wayne debió decírtelo, no sólo suspirar y adorarte en silencio. No podemos ser egoístas y creer que tenemos un océano eterno de oportunidades. Si hay algo en la vida que no podemos desperdiciar es el amor, porque no regresa — podrían añadirlo a mi larga lista de invenciones pero lo vi estremecerse — Está en riesgo de morir en ese exacto momento en que lo guardamos para más tarde. No hay un más tarde, Larie. Wayne debió hacer algo en cuanto supo que te quería para él, ya sea que estuvieras cerca o no, él tuvo su oportunidad por años y no la tomo. Ahora él ya no está.
Para este punto ya estaba llorando completamente, él bajó su mano y la estiró pero sin llegar a tocarme. No podía.
— Puedes venerar su recuerdo, amarlo si hay alguno trozo de tu corazón disponible pero no sacrificarte. No darle todo de ti y lanzar tu amor al aire cuando no hay nadie allí para recibirlo.
— Forbes...
— Forbes es un idiota, ya te lo dije — gruñó con una contundente sacudida de cabeza, me reí débilmente — Y terriblemente cabezadura. Será una guerra completa contra él y contra todo el mundo para que puedan quererse correctamente y como tú mereces. No hay suficiente tierra en el mundo para que pueda alejarte o suficientes palabras para romperte, te diré que él es miserable cada segundo en que no pones tu ojos sobre él y a veces sólo quiere rendirse sin más ante ti. Es lo que yo hice por tu madre y es la maldita mejor sensación que nunca llegue a sentir.
>Eres su debilidad, Lara. Lo que más quiere y lo que más teme en el mundo — me lanzó esa sonrisa enigmática que presagiaba tormentas contra sus contrincantes — Usa eso.
— ¿Jugar sucio? — levanté mis cejas.
Él resopló y encogió los hombros graciosamente.
— Él ya lo decidió así y tú debes terminarlo antes de que sufran más.
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El Quarterback Y Yo
Novela Juvenil¿Escuchas eso? Son los últimos segundos en el reloj, el ruido ensordecedor de la multitud y la última oportunidad para un touchdown. Apasionado. Fuerte. Ágil. Taciturno. Inestable. Temeroso. Culpable. Robusto. Dispuesto a recorrer el infierno para...