12. El Inicio De La Condena

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Día 1: Pretemporada

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Día 1: Pretemporada

Let me in de Grouplove me despertó por la mañana de inicio de pretemporada, con el volumen hasta la mierda y esas pausas que tiene la canción golpeando las paredes como puñetazos o tal vez era alguien en la siguiente habitación golpeando su cabeza contra la pared de pura frustración por ser despertado. La voz, para nada melodiosa y fuera de tono, de Méndez es como el último empujón para que cualquiera caiga en la demencia.

Hacía mucho tiempo que había dejado de ser mi casa para convertirse en una fraternidad/ orfanato para jugadores novatos ruidosos, apestosos y ansiosos. Había resistido por tres semanas, escuchar sus maldita elección de canciones cada mañana y cada noche y cada momento intermedio en el que se le antojara. Escucharlo destruir canciones realmente buenas con su modo de cantar de mierda pero ya había llegado a mi límite.

Alcance un par de pantalones del suelo pero terminé tirando de la cola de Midas, gimió y me clavó sus uñas.

- Joder. Si no te pusieras en mi maldito camino esto no pasaría - le gruñí con el mismo tono resentido y furioso.

Había cruzado el lago una vez más por ellos, las cuatro criaturas del infierno, pero cuando se hizo evidente que Lara no regresaría a ningún lugar próximo a mí ellos declararon que yo ya no valía la pena. Lanzandome miradas de desprecio o ignorandome abiertamente, Midas y Cliff clavandome las uñas y dientes en cada oportunidad justificable o no, Golden decidiendo que Grier podría hacer un mejor trabajo que yo. Y Zeus penando por las esquinas con sus orejas caídas.

Maldita sea. Maldición. Putrefacción.

Solo hacían peor mi vida sin ella.

Esta vez me levanté y agarre unos de armario, antes de salir al pasillo hacia la última puerta a la izquierda. Con renovada ira cuando Wait de M83 comenzó su crescendo.

Estaba escuchando la maldita banda sonora de Bajo la misma estrella.

Entré directamente en la habitación sin considerar por un minuto tocar la puerta, con un rápido barrido encontré la fuente de uno de los ruidos, unos parlantes de cajón de la altura del suelo a mi rodilla. El otro estaba tendido en el suelo haciendo ejercicios.

- ¿Forbes?.

Él novato miró horrorizado mientras agarraba ambos aún sonando, iba hasta la ventana y los lanzaba a la calle con toda la fuerza de mi brazo. Por un instante el cantante de la banda francesa gritaba "No hay tiempo" mientras surcaba el aire para luego detenerse con un gemido eléctrico y el golpe amortiguado en el suelo unos 50 metros más allá.

Silencio. Dulce silencio.

- Si no cierras la boca haré lo mismo contigo, niño - le dije mientras que parte de la tensión me abandonaba al ir hacia la puerta. Incluso sonreí al mirarlo sobre mi hombro - Ten un buen día.

El Quarterback Y YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora