8. Agonía

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Algo iba mal.

Podía sentirlo en el aire.

Denso y sofocante aquella mañana mientras preparaba el desayuno, los delgados rayos de sol que habían iluminado aquellos últimos días había desaparecido oculto tras aquellos grandes y oscuros nubarrones, dejando a la ciudad como su nombre lo reflejaba. Un valle de sombras.

Coloqué dos huevos en cada plato, junto con pan tostado y trozos de tocino. Para Lara, té caliente y para mí, café. Y pensar que ya era parte de mi rutina.

Me dirigí por el pasillo hacia la habitación mientras frotaba un dolor sordo en mi esternón, Zeus se encontraba saltando en la cama mientras que ella aún no parecía haberse levantado, prácticamente engullida por mullidas sábanas.

- Lara -la llamé desde la puerta.

Ella no se movió ni respondió, Zeus dejó de saltar para comenzar a tirar de la sábana con sus dientes, insistente.

Algo definitivamente iba mal.

Caminé hacia la cama y me incliné para mirar el rostro de Lara pero estaba completamente cubierta por las cobijas, levemente tiré de una esquina dejando al descubierto el rostro enrojecido de Lara con el ceño fruncido.

Temblaba.

Jodidamente temblaba con violencia.

Igual o peor que el día que la saqué del lago. Solté una blasfemia y tiré de la cobija completamente, el delgado cuerpo de Lara con las piernas dobladas y los brazos rodeando su torso era una posición que me agrietaba el corazón, estaba demasiado frágil e indefensa. Quité un rizo húmedo de su frente, sintiendo la fiebre irradiar su piel.

- Maldita sea, Lara. ¡Maldita sea!

Cubriéndola solo con una delgada sábana la dejé mientras me dirigía hacia la cocina, el desayuno quedaría olvidado por el momento lo prioritario era bajarle la fiebre. Rápido. Mientras preparaba el té de raíz me pateaba mentalmente, era absolutamente culpa mía . Si tan solo no la hubiera dejado rodar por la nieve esos últimos días esa mortal fiebre no habría vuelto.

¿Así había querido ser doctor?.

Debería haber sido más riguroso, más observador, mas estricto, ella estaba muy débil después de casi morir en las heladas aguas del lago y ahora esa fiebre volvía, por mi culpa.

Y solo era el inicio de la agonía.

El Quarterback Y YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora