Siempre he creído que las palabras eran inconsistentes, alterables.
Una palabra podría significar algo en un papel y otra cosa totalmente diferente al decirla en voz alta, algunas cosas podrían tener un nombre pero para muchas personas podrían tener otro, se intentaba encerrar sentimientos tan grandes como la tristeza o el amor en un solo vocablo, un gesto podría lanzar a la basura un gran discurso, un palabra mal expresada causar un daño irremediable, los secretos no significaba ocultar palabras, las letras de una promesa romperse.
No existía la certeza. Y quizás por eso evitaba las largas conversaciones, prefería lo físico, lo que podías ver, tocar y sentir.
Esa mañana no se sentía como una mañana.
No había una palabra para describir esa mañana, realmente nadie podía llegar a describirla.
Desperté rodeado de calor mientras afuera hacía un frío glacial, sentí por dentro una alegría y satisfacción que me hacía cosquillas en el pecho, mis labios se curvaron por inercia mientras que mis ojos le veían un nuevo brillo a la vida. Era el profundo sentimiento de sentirse vivo.
Con todo el ancho de mi brazo rodeé la cintura de Lara y la estreché más cerca contra mí, su cuerpo deliciosamente cálido y suave se ajustó a mí perfectamente. La sentí despertarse lentamente mientras que mis labios se demoraron unos instantes más en su hombro desnudo antes de subir por su cuello y besar el sensible punto detrás de su oreja. Suspiró.
Esa mañana no era una mañana.
Al igual que la noche anterior no fue solo una noche. Las palabras era un insulto en comparación con las vivencias.
Sentí como si estuviera en caída libre tomado de su mano.
Nuestra relación había cruzado a un plano más elevado, confiaba ciegamente en ella y ella en mí.
Puso una mano sobre la mía en su estómago y con su dedo índice recorrió desde el dorso rugoso hasta los nudillos. Luego de nuestro primer encuentro ella había insistido en darme de comer y ponerme bálsamo en los golpes, además de interrogarme para saber si había pasado por el protocolo de conmoción antes de abandonar el estadio (si lo había hecho) y solo entonces se había dejado mimar por mí.
—Adoro como hueles — aspiré profundamente un costado de su cabello provocando uno de esos encantadores estremecimientos en ella, era tan susceptible — Phalaenopsis hieroglyphica.
Ella sonrió, confundida.
—¿Qué has dicho? —se giró para mirarme.
Mi corazón sufrió de nuevo esa sensación de ingravidez, su rostro iluminado por la luz tenue de la mañana era como nada que hubiera visto antes. Sus ojos castaños rodeados por espesas pestañas curvadas en el final, sus mejillas teñidas de rosa y sus labios inflamados me hacían contener el aliento y preguntarme si realmente estaba viviendo esto o era solo un sueño.
—Orquídeas— ladeé el rostro para besar levemente sus labios —Tu aroma es el de la orquídea mariposa; dulce, suave, persistente. Lo que aún no llego a descifrar es si es tu perfume o tu shampoo —agarré un rizo oscuro y lo froté entre las llemas de sus dedos.
—Shampoo — apoyó su cabeza en mi pecho y cerró los ojos — No creí que se notara.
Puse mi barbilla en lo alto de su cabeza, en esa completa paz casi podía escuchar el golpeteo constante de su corazón contra el mío, apoyé la palma de mi mano izquierda en la parte trasera de su cuello por debajo de su exuberante cabello y comencé a masajear suavemente. Ella suspiró de nuevo, nunca me cansaría de ella
—De ti, lo noto todo — con renovada energía cambió de lugar hasta que estaba a horcajadas en mi regazo y mirándome de frente, sus pequeñas manos planas en mi pecho. Me pregunté si algún día mi corazón pararía de sentirse así con solo mirarla.
— Como los lunares.
— Y he encontrado un par más — aseguré con un guiño y la promesa de que ya después haría senderismo por cada uno de ellos, sus mejillas florecieron — También tus hoyuelos, tus cicatrices y ese diminuto tatuaje a un lado de tus caderas. O lo largo que son tus pestañas, el rosado de tus mejillas cuando te pones furiosa, el color dorado de tus ojos cuando sonries, justo de esa manera.
Ella sonrió, luego se inclinó confidencialmente.
—También he notado cosas en ti, Jack —confesó — Tu nariz está torcida, tus ojos son del tono del mar tranquilo, intensos y profundos, cuando hablas se marca un leve hoyuelo en tu mejilla derecha, tienes varias cicatrices en las manos donde debo de suponer que no usabas guantes para jugar como linebacker, no te gusta demasiado la atención. Eres leal, valiente, meticuloso, terco y feroz. Un buen líder y un buen hombre.
—¿Así es como me ves?
— Así es como eres aún cuando te niegas a creerlo — sus ojos brillaron — Eres un buen hombre, Jack. Debes aceptarlo.
Con ambas manos en mi rostro besó mis mejillas justo arriba de donde no crecía cabello, la punta de mi nariz, el espacio entre mis cejas, párpados, labios y luego bajó hacia mi pecho.
— Tal vez mi equivalente a tu cumplido es que sigo adorando tu voz.
— ¿Si?
— Anoche me di cuenta de que siento una adoración por tus manos alrededor de un botellín de agua que fácilmente se podría convertir en un fetiche — levantó la cabeza para sonreírme
Le devolví la sonrisa, pasando una mano por entre su cabello hasta descansar en su cadera.
— Entonces debería llevar conmigo una botella siempre. ¿Es al agua específicamente o hacia cualquier otro líquido?
Golpeó mi hombro pero también se estaba riendo. Volvi a besar sus tentadores labios, mordiendo suavemente la hinchazón de su labio inferior y luego calmando el toque con mi lengua, ella gimió. Las cosas eran lentas pero había una creciente energía entre ambos, algo fuerte, intenso e impetuoso. Podría oler a orquídeas pero era una rosa en llamas.
— Joder, Lara. Me vuelves loco — confesé dándole un beso que nos quitó el aliento a los dos, al separarnos ella parpadeó y mascullo lo que debía ser un juramento en otro idioma.
Sonreí.
Una vez más cambiando de posición la puse sobre mí y entre los dos le cambiamos la definición a muchas otras palabras.
Un corazón no es sólo un corazón cuando lo que hay en él es este amor tan profundo.
Fin
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El Quarterback Y Yo
Teen Fiction¿Escuchas eso? Son los últimos segundos en el reloj, el ruido ensordecedor de la multitud y la última oportunidad para un touchdown. Apasionado. Fuerte. Ágil. Taciturno. Inestable. Temeroso. Culpable. Robusto. Dispuesto a recorrer el infierno para...