¿Escuchas eso?
Son los últimos segundos en el reloj, el ruido ensordecedor de la multitud y la última oportunidad para un touchdown.
Apasionado. Fuerte. Ágil. Taciturno. Inestable. Temeroso. Culpable. Robusto. Dispuesto a recorrer el infierno para...
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Día 3: Pretemporada.
- No todo en la vida es fútbol, Loan - ella se inclinó sobre la mesa ovalada hasta alcanzar la libreta que yo tenía enfrente, la agarró, le dió una mirada superficial a las dos últimas páginas escritas - Especialmente no todo en las noticias es fútbol.
Las agarró por el borde superior y las arrancó sin consideraciones. El sonido de rasgadura se elevó por encima de nosotras y silenció todas las conversación alrededor de sala, cada par de ojos se giró para mirarnos en un espectante silencio. Aspire profundamente apesar de que lo que realmente quería era gritar y arrancarle la cabeza, en su lugar en un tono uniforme y con infinita paciencia dije:
- Nicola...
- Te deje muy claro esta mañana que tu no escribirías - respondió ella en el mismo tono, se inclinó para dejar la libreta de nuevo frente a mi - Todos los que están aquí cuentan con al menos dos años de carrera, con la suficientes bases para saber de qué están escribiendo, cómo hacerlo y con su propio estilo, y que a ti te convalidaran los primero cuatro semestres no significa que te hayas ganado un puesto.
La miré por un momento, una avalancha de enojo empujandome a realmente agarrarla por su moño rubio y sacudirla como un sonajero, pero había pasado años en los camerinos de un teatro ambulante compartiendo habitación, baño entre otras cosas con una variopinto y revoltoso grupo de actores y actrices. Sabía todo lo que había que saber de arrogancia y egos inflados.
Y cómo salir de una confrontación antes de que iniciara.
Incline mi barbilla.
- Tienes razón, Nicola.
Sonreí brevemente, una que se podría interpretar como sumisa y resignada, luego me estiré para poner el enorme libro de metodología de la investigación frente a mí y comenzar a leer con cuidadosa concentración.
Y entonces Nicola se alejó, muy satisfecha consigo misma. Poco a poco todos alrededor siguieron con lo suyo, ya sea teclear furiosamente en sus computadoras, revisar borradores, maquetar los artículos o planear los titulares de mañana.
Señores, estamos en la sala de redacción del periódico local. Solo una obscena cantidad de caos haría que las cosas se detuvieran por más de dos instantes. Rápido había captado que Nicola, la jefa de redacción, humillara a alguien en frente de todos era algo usual en el día a día.
Cerré mi mano en un puño y con la mirada baja la miré salir del lugar, la maldita mujer. Usualmente no era de guardar rencor o enojo hacia nadie, aún menos hacia personas que conocía apenas hacía unas horas, pero Nicola Carter era la excepción a toda regla.
Argh.
Ser estudiante había sido un requisito para entrar como asistente al equipo, lo había declarado el rector y lo había apoyado el tío Carson, como mi aparente tutor.