¿Escuchas eso?
Son los últimos segundos en el reloj, el ruido ensordecedor de la multitud y la última oportunidad para un touchdown.
Apasionado. Fuerte. Ágil. Taciturno. Inestable. Temeroso. Culpable. Robusto. Dispuesto a recorrer el infierno para...
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Día 29: Inicio temporada regular.
Shadow Valley v Maynard. 11:40 Primer cuarto. 0-7
Ese día cuando me levanté del pie de su cama lo último que le dije mientras aún dormía fue que la esperaba en el partido, prácticamente le rogué que estuviera allí, luego también se lo dije a Fiona y a Gega, al día siguiente se lo pedí a Michael en la bodega y el domingo a un sombrío Drew que paseaba a Golden por la mañana. Insistí porque necesitaba que ella supiera, fuerte y claro, que debía estar en el partido. Morí dos días sin verla ni saber nada de ella porque me había convencido de que cuando llegara ese gran día ella estaría allí, sin importar que hubiera ocurrido entre nosotros ella estaría allí.
Pero no fue.
Me dije cuando inició el partido y tuve que entrar con la ofensiva que ella llegaría en cualquier momento, nadie se perdería un momento como este, habíamos logrado llenar las diez mil butacas del estadio con personas que querían y esperaban un gran partido. Había venido una cadena famosa de deportes a hacer su propia transmisión paralela a la de la liga, teníamos un grupo de animadoras propio que apenas descubrí cuando me empujaron fuera del campo en una fea jugada por las bandas, incluso algunos jugadores de Maynard tenía esa expresión de cauteloso respeto. Era como antes, quizás más grande y más intenso.
Pero ella no estaba.
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Shadow Valley v Maynard. 2:01 Segundo cuarto. 0-23
— Hubo un tiempo en el que todos mirábamos el cielo esperando que ocurriera un milagro…
— Maldición — bufé en voz baja, la harina voló por todos lados como diminutos copos de nieve que flotaban unos inexprorables segundos en el aire hasta caer en cuanta superficie disponible como alargadas y finas manchas blancas.
Dejé a un lado el vaso de leche que había estado añadiendo a la mezcla, Zeus desde la puerta sentado sobre sus patas traseras me miró con su carita ladeada como si tampoco comprendiera que hacía Nicola en nuestra sala leyendo algo que obviamente no debía leer. Algo privado. Le devolví la misma mirada al cachorro a través de mis gafas.
