28. Maman Noble

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Día 16: Pretemporada

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Día 16: Pretemporada

Ella manejaba dolorosamente lento, con una minuciocidad llena de cautela y reflexión a partes iguales, casi podía ver su bonito rostro contraerse en cada giro y entrada como si considerara tres veces sus movimientos antes de hacerlo y no apartaba su mirada de la carretera ni un solo instante. No podía juzgarla porque, de hecho, aún habían ligeras nevadas y hielo acumulado, pero habían limpiado las carreteras y el camino hacia Faulkner era encomidiable por lo que seguía siendo singular su recelo. Me permití recostarme en el asiento e inclinar mi cabeza hacia ella, fijarme en su perfil mientras estaba profundamente concentrada. Su cabello estaba recogido de cualquier manera en la cima de su cabeza casi como un acto de brujería, mientras que su piel estaba iluminaba con un saludable rubor y tonos dorados, sus gafas de montura púrpura le daban rayos preciosos a sus ojos chocolates y sus labios, mullidos y rosados, eran una declaración en sí misma.

Había entrado a medicina porque no tenía ni un solo hueso romántico en mí, no podría distinguir una obra de arte de una basura aunque me abofeteara la cara. Pero ella era una obra de arte, sin duda. Con ese cierto desaliño como pinceladas largas de un pintor en la oscuridad, esmero en pequeños rasgos como el arco de sus labios o la perfecta curva de sus pestañas y simple elegancia en la unión de todas las piezas.

Quince minutos después, cuando apenas salíamos de la ciudad, ella frunció el ceño y habló.

— Dios mío, te pedí esto tan repentinamente. ¿Tenías planes ya? ¿Estudiar o algo?

— No —Ella apretó sus labios enviando un pequeño tirón desde la esquina de su boca hasta lo alto de su pómulo. Era increíble de ver — Estoy recibiendo clases optativas.

— ¿Seguirás en la carrera?

— Por el momento.

Silencio de nuevo. Estaba seguro que de estar ella en el lado del copiloto seguiría hablando, podía ver que quería hacerlo, la pequeña parlanchina pero tenía su cerebro puesto en la carretera.

— ¿Cómo estas tú? — pregunté.

De nuevo, ella reprimió su reacción inicial. Mantuvo su mirada al frente.

— Supongo que te refieres a la lubectomía. Estoy bien, debo mantener una dieta incipida y hacer visitas regulares al hospital, pero pudo haber sido peor — movió su hombro en un breve movimiento pero que me dijo muchas cosas.

Que estaba frustrada por las comidas y los pinchazos en el hospital, con el corazón roto por no poder correr kilómetros o bailar o simplemente apurar su paso ni en este momento ni en el futuro y cansada por que todos la miraran como una perdona débil y a medias. Quería decirle tantas cosas, quería calmar cada una de sus preocupaciones y subirla al cielo para que tocara las estrellas, pero le di lo más factible por el momento.

— Le preguntaré a Carson si ya puedes iniciar el ejercicio, ya me hiciste un horario entonces yo haré el tuyo.

— ¿En serio?

El Quarterback Y YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora