44. «JUGANDO CON EL DEMONIO: TERCERA PARTE»

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AIDAN X PERSONAJE FICTICIO
ADVERTENCIA: Jugar con cosas malditas puede traer consecuencias. Mención de abuso sexual y tratos malditos. Os largo. Parte final, perdón si no cumple su expectativa. De ante mano pido una disculpa, sinceramente no quiero ofender a nadie en este tema religioso.




—¿Tú puedes sentir?— Los ojos azules de la pelirroja lo miraban. Sus cuerpos tan juntos y tan encendidos en la parte trasera de la camioneta. Estaban varados en una carretera, el día oscurecido. Él la sostenía encima de su pecho y se deleitaban en el silencio que brindaba el bosque.

—Define sentir, ovejita.—Murmuró el Ente, jugando con la comisura de sus labios contra las de ella.

Hanzel colocó una mano en el pecho del demonio.—Si tienes corazón, ¿Puedes amar?

Una sonrisa juguetona se dibujó en Aidan.—Sí pero el amor nunca gana, los sentimientos oscuros son los que termina ganado el terreno, por eso soy un demonio.

—¿Puedes amarme?—Inquirió, pausado su respiración.

—Sí, Hanzel, pero no de la manera correcta, sería egoísta y cruel este amor por ti. No sería del amor puro sino del asfixiante.

La frente de ella chocó muy leve con la de él. Sus perfilada narices se tocaban y sus alientos frescos se mezclaron ante esa cercanía.—Entonces no me ames porque yo tengo suficiente para cubrir tu parte.

—Yo soy tu servidor, ¿Lo olvidas? Yo haré lo que quieras.

—Pues bésame, bésame hasta que esto se olvide.

+Dos meses antes +


—Hay magia oscura que jamás puede ser revertida.—La voz del Ente sopló en la cabellera de su nuca. Hanzel se estremecío y abrio lentamente los párpados, era la quinta noche en que no podía dormir bien, solo había  dormido tres horas y su cuerpo pesaba. Minutos atrás cayó en morfeo y se desconecto. Ahora todo rastro de adormilación se esfumó. Sus istintos se pusieron en marcha. El cuerpo se le volvió tenso al saber que una presencia presionó su espalda y cintura. Sintió los dedos fríos tocar la piel de su estómago sobre la delgada tela del camisión inglés. Lo sintió sonreír pero no se movió. —Tú no puedes huir de mí.—Inclinadose un poco le besó un hombro, sus dientes raspando fuertemente la piel de la chica. Un escalofrío recorrió la columna de Hanzel tras convercerse que tenía una marca rojiza en aquella zona, y que, posiblemente, se pondría morada en un par de horas.—La magia que se conjuro esa noche fue muy antigua. Sus almas me pertenecen… Tú eres mía.—Siguió diciendo Aidan tras unos minutos en que sus ojos esmeraldas se dedicaron a ver su marca. Amaba marcarla, herirla.

Un suspiró urguido escapó de Hanzel. Sus cuerpo le suplicaba correr pero su corazón desembocado y la paranoia la mantenían firme en su lugar. Parecía empezar ha acostumbrarse. No paso ni un día en que no lo sintiera adónde fuera que ella iba. No podía huir porque no había lugar para resguardarla. Aún si se marchaba a la punta del mundo, él estaría ahí, esperandola, acechando y sonriendo su fortuita escapatoria fallida porque Aidan ya tenía su contrato maldito firmando desde esa noche de Halloween. Así que, estaba familiarizada a esa horripilante sensación. Al demonio le gustaba jugar sabiendo que ella perdía los nervios al estar tras sus pasos. La hacia desesperarse al no actuar con doloroso y darle un castigo lento. Lo que no sabía es que Aidan había comenzado el juego. A cada segundo le quitaba su vitalidad, confianza y cordura.

—¿T-uya?

—Mía.

Hanzel se removió incómoda. De pronto, necesitaba la cobija para no estar tan fría. El reloj daba las tres treinta y tres. Afuera de las ventanas la oscuridad caía en los cercanos árboles del patio. La luna se escondía en los nubarrones grises del cielo.

ONE SHOTS ° [A.G]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora