39. «UN SIMPLE MESERO MAGO: PRIMERA PARTE»

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AIDAN X LECTORA
ADVERTENCIA: Referecias de Harry Potter.

Abro la puerta de la cafetería   adentrándome en el lugar. Elijo la última mesa pegada a los ventanales solo porque amo como cae la lluvia y me siento allí. Desde aquí puedo ver los autos mojarse y la banqueta llena de gente que van y viene según su rutina apresurados por las gotas del cielo.

Miró la hora en el celular. Es media tarde y papá aún tardara en llegar una hora. El tiempo que tengo de sobra es grande. Al princio creí que estaba bien. Podría ir a echarle un vistazo alguna tienda de los suburbios mientras regresaba del trabajo sin embargo ahora llueve.

Debería esperar a que las nubes negras se fueran pero al parecer pasaría mucho tiempo para que eso pasará. Por lo tanto busco una canción en el celular y conectó los audífonos. Me los pongo en cada oído en un volumen bajo, esperando a que algún mesero se desocupe o que la multitud de la barra disminuya para ir hasta halla y pedir algo. Un rato después, ya medio adormilada y cabezeando de cansancio algo me hace volver a la realidad.

Un señor sale de una puerta atrás del establecimiento enojado junto con un chico.

—Mejor ve atender.—Le dice el hombre.

—¿Que crees que voz hacer?

—Pues no veo que te muevas.

—El idiota de Nethan debería atender, no yo, papá.— Refuta el chico.

—Anda, anda idiota date prisa.

—¡Ya entendí!

El chico se inclina en sus rodillas y se pasa por debajo de la barra de ordenar. Intercambia palabras con una mujer que enseguida le da un mandil negro y una libreta. Los toma y se pone el mandil. Vuelve a salir pero ésta vez hacia mí.

Conforme camina puedo echarle un mejor vistazo.

Trae su camisa blanca arremangada a los codos, el pantalón desteñido y rasgado de las rodillas, el cabello lo tiene negro y brillante, las cejas pobladas y la piel extremadamente  blanca, pero el color de sus ojos aún no puedo diferenciar de que son, ¿de esmeraldas o aguas turbulentas?

Se acerca a donde estoy.

No presta ni la más mínima atención en levantar su mirada.

Esta buscando una hoja y sostiene entre sus labios el lápiz.

—Mm… ¿Qué vas a querer?

Su voz es áspera demostrando que no le entusiasma la idea de ser mesero.

—Un rol de canela y café.—Pido amablemente.

Asiente, apuntando lo que le digo.

—¿Cómo quieres el café? ¿Sólo?—Por fin elevaba su mirada. Se queda quieto y expectante.

—Con dos de azúcar y crema.

—Bien, ¿algo más?

— Sí, ¿tienen WiFi en esta cafetería?

Él sonríe.

—Sí, ¿necesitas la contraseña?

—Sí, te lo agradecería.—Enciendo el celular, la conexión y busco la red.

La primera en aparecer es "InternetNoParaMuggles".

Arqueo una ceja, no sabiendo si es ésa pero no digo nada.

Él toma un trozo de papel, garabatea algo y me lo extiende.

Es la contraseña.

"LosMagosDeHogwgarts"

Todo encaja.

Una sonrisa se suelta de mi boca.

—Mi familia es fanática de Harry Potter.—Responde mi duda.

—Ya veo.

—En seguida te traigo todo.

Se da la vuelta y regresa dándole la nota a la encargada, aprovecha y hace otros pedidos. Tomó el tiempo para mandar un mensaje con mi ubicación a papá. Él promete pasar a recogerme siempre y cuando le compre una caja de donas, muy conveniente de su parte obviamente. Cinco minutos después el mismo chico vuelve con una bandeja. Con cuidado pone la taza y el plato en el centro.

Afuera ya no llueve intenso, solo a quedado una brizna leve.

Estando cerca puedo oler su perfume entre los granos de café y galletas.

Revisó la chapa dorada que lleva en el mandil. En ella está petrificado un nombre. Leo cada letra y la susurró.

Aidan.

—Aidan—digo y él me ve confundido sin saber porque lo llamo.—¿Así te llamas?—señaló espacio dorado en su pecho.

Él baja su cabeza, analiza la situación y asiente.

—Sí, así es.

—Un bonito nombre.

—Gracias.

— Yo soy Annya.—Me presento.

Él toma la charola desocupada y toma mi mano extendida aceptado el saludo.

—Es un gusto, Annya. —Su cabeza se mueve en dirección al celular.—¿El Internet te agarró? Tiene un encantamiento poderoso contra muggles.

—Lo a hecho.—Rio, tomando mi taza humeante entre mis manos.—Pero pensé que los magos eran más precavidos. Pueden descubrir a tu familia y le traerán problemas al Ministerio de Magia.

—Mis padres creen que los humanos ya no pueden perseguir y quemar a los magos, ya sabes, creen que es una época más tolerantes.—Me sigue el juego.

—Eso creo.—Le doy la razón.

—No me imagino cuántos Accio tienes que decir para traer algo a ti.—Menciona pero no entiendo hasta que veo mi mochila cargada de libros, tantos que el cierre de ésta está a mitad porque se salen algunos rollos de cartulinas y carpetas.—¿Vienes de la escuela?

—Sí, vine bajando en mi escoba desde Hogwarts.—Bromeo.

Él ríe.

—Un clásico.—Lo dice como si fuera  normal que eso me hace reír, él se me une y cuando se apagan las risas entiendo algo.

—¿Trabajas aquí diariamente?—Lo quiero saber porque sé que lo quiero volver a ver. Quiero conocerlo.

—Sólo hoy, lunes y miércoles.

—¿A la misma hora?—Él eleva una ceja sabiendo mi intención.

—A la misma.

—¡Aidan!—alguien le llama.

Los dos volteamos atrás.

Hay una mujer bonita atendiendo a un puñado de clientes. Se parece mucho a él que rápidamente la relaciono con su madre. El chico gira a mí.

—El deber me llama.

—Sólo una cosa más antes de que te vayas.—Lo detengo.—¿De qué casa eres?— Pregunto.

—Tal vez Slytherin—vacila— o eso es lo que me dice papá.

—Creo que eso va a ser un problema.
—Muerdo mi labio.

—¿Por qué?

—Porque yo soy una Gryffindor.

Una radiantes sonrisa se ensancha en sus labios.

—Otro día tal vez podamos buscar cuanta compatibilidad hay entre un Griffyndor y un Slytherin, señorita Annya.

Y me deja.

ONE SHOTS ° [A.G]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora