31. «PREMIER DE CELOS»

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AIDAN X PERSONAJE FICTICIO
ADVERTENCIA: Celos y un suceso inventado. Para Italia1505L: 2 One Shots dedicado.


—Tu última escena quedó increíble.
—Aparte mi vista de la pantalla cuando la escuche. Le sonreí a Kenzie, la propietaria de esa voz.—Claro, no es q-ue no hagas el resto increíble.—Se apresuró aclarar.—Que no es así… Tú lo haces inc-reíble…las escenas.

—Te entiendo. Gracias, Kenzie.—Señale las hojas en sus manos cubiertas por unos guantes morados. Según me contó, su mamá se los regalos y por ende se los veía todos los días que el clima era frío.—¿Ya vas a grabar?

Su mirada bajo a donde apunte.—Oh, sí…Hum…en unos minutos.—Quise reí pero me contuve, sabiendo que podía ponerla más asustada de lo que ya estaba. Ella lucía como una pequeña niña conociendo por primera vez el jardín de niños. Tímida y con miedo al resto de infantes. De verdad era cómico ver a una joven actriz de mi edad que actuaba en un personaje valeroso y fuerte pero que detrás de los medios fuera tan diferente.—Ahm, Aidan—. Vi su mejilla ahuecarse. Sucedía al morderla por dentro, un aspecto que siempre hacia estando con otros.—Yo…—no continuo.

—¿Tú?—pregunté, alentando a que siguiera.

Sus ojos se encontraron con los míos. El color de ellos era intenso y sobresalía más con sus pestañas negras y agrumadas de rimen. Vi un gesto de indecisión en sus gestos. Tras una pausa negó.

—Tan solo estoy un poco nerviosa por la Premier.—Dijo, sus manos jugando nerviosamente con las puntas de las hojas. —¿Iras?

Lo pensé un poco. Debía ir, tenía que hacerlo con todo el elenco.—Sí—Una llama se incendió en mí.—¿Irás tú?

—Lo haré.—Musito. Sus labios se separaron y sé que quiso decir algo pero no lo hizo, por una razón yo tampoco dije otra cosa.

(…)

Los flashes de las cámaras brillaron en la alfombra en la que caminaba sólo. Allí presente estaban un centenar de periodistas y gente invadiendo el lugar reservado. Varias celebridades aparte del elenco original se encontraban deambulando por la estancia. Di un par de pasos y me detuve, mi cerebro envió una conexión a mi cuerpo, frenado mis pies. Mis ojos barrieron la estancia por segunda ocasión y la miré; su vestido resaltaba y el peinado recogido le daba un toque impecable. Pero lejos de continuar sumergido en lo linda que me parecía apreté la mandíbula. Toda esa emoción se disolvió y todo se tiñó de un humor oscuro. Su mano estaba sosteniendo otra. Trague saliva cuando su cabeza giró y su mirada se topó con la mía. Eleve mi mano en modo de saludo pero ni siquiera pude disimular mi pocas ganas de hacerlo. La sonrisa en sus labios se hizo más minúscula. No pude explicar cómo sucedió. Sólo sentí una sensación quemando mi piel, una ola de egoísmo mientras caminaba a donde estaba.

—Aidan, —mi nombre salió jadeante en su boca.

En tal cercanía pude apreciar la delicadeza de su maquillaje, lo lindo que se veía su cuello y clavícula con el collar plateado colgando como cascada en la suavidad de su piel. Me robó el aire.

Aparte la mirada.

—Hola—mi mirada se centró en el chico a su lado. Lo examine y su rostro confino en mi mente.—¿Jack Grazier, no?

—Ese soy yo.—Extendió su mano con una amable sonrisa, la acepté, apretando el agarre de más. Se quejó por lo bajo. En mis adentros reí orgulloso.—¿Aidan Gallagher, verdad? —Susurró en tono aún doloroso.

—Sí—lo apunte fingiendo serenidad a la vez que acente mi atención en ella.— ¿Es tu pareja?

Soltó su mano y la puso en el hombro de él.—No, no—rió—. Jack es mi amigo.

Su aclaración no me dejó tranquilo.

Los malditos celos se sentían dominando cada pequeño rincón de mí.

—Aunque bueno, somos amigos por ahora.—Quise golpear a Jack al decir eso.—Quien sabe, el destino es incierto.

—Sería una lástima que alguien se interpusiera. Ya saben, gente egoísta. —Como yo. Los dos fruncieron el ceño.—Pero bueno, es un gran paseo, debo recorrer. Les deseo lo mejor —«mentira»—. Nos vemos.—Pase por su lado. Ellos asistieron haciéndose a un lado.

El resto de la noche pase ignorando su presencia. Mejor lejos que cerca y tener contacto con el amiguito de Kenzi. Mi paciencia no soportaba tanto. Sin embargo, no pude evitar verla. Un impulso me hacia no dejar perderla. Y dolía. Ver sus dedos unidos con los de él me caló más de lo que me gustaría admitir. No fue que tuviera un amigo o otros. El núcleo fue que yo no estaba a su lado compartiendo momentos. Todos esos meses en rodaje crearon un lazo, un sentimiento lo suficiente fuerte para volverme loco. Es irónico. Sólo hasta hoy podía darme cuenta de eso. Tal vez siempre estuvo y no me fijé.

Cuando el evento terminó solo tenía un pensamiento.

—¡Kenzie!—grité al llegar al estacionamiento. Iba sola y su madre estaba en el auto a unos metros esperado por ella. La alcancé.—Debo decirte algo.—La observe.—Necesito que me oigas.

La noche cubría Toronto. Un manto de estrellas estaba bajo nuestras cabezas y el frío calando en en la piel. No olvidaría esos aspectos.

—Kenzie…

—Dime ¿hay algo qué te haga hecho?—su pregunta abruta borró mi historial verbal. Me sorprendió con la guardia baja.

—No, no lo sé, ¿puedes ser específica?

—Estuvistes distante. ¿Hice algo malo que te lastimó u ofendió?

La culpabilidad llegó como un balde de agua fría en pleno invierno.—Perdón, Kenzie.—Bajé mi rostro.— Tú no has cometido ningún error.—Mi voz interna grito ¡No seas cobarde!—Soy yo. Me sentí celoso.

—¿Celoso? ¿De quien?—cruzó los brazos y trato de brindarse calor. El clima no era confortable claramente para su cuerpo.

—De ti.—Eleve mi vista, ella era un la clara ilustración de alguien sorprendido. Me vi chocando con unas facciones perplejas y sonreí feliz por si menos lograr esa reacción.—Me gustas tanto—dije—. Te quiero mucho, lo suficiente para ser un completo idiota está noche y lo siento, de verdad, pero me tienes loco. 

Observó el auto cuando su madre presionó el claxon. Le hizo un ademán de que iría pronto.

—Quise venir esta noche contigo, Aidan.

—¿Y por qué no me preguntastes?

—Porque no me atreví. Tú también me gustas.—Confesó.—Y lo que siento me paraliza, tú lo haces.

Oír su comentario me dejó en una caída del rascacielos más alto para luego caer en miles de puñados de algodón.

Sostuve su mano.—¿Quieres intentar?—nos apunte en viceversa.—Tú y yo.

Sonrió.—Claro, número cinco.

—¡Te lo dije!—nos sobresaltamos al escuchar esa voz.—¡Te dije que sentía algo más que amistad por ti!—vimos a Jack reír. Caminó por nuestro lado. Su dedo índice señaló a Kenzie. —Te veo en el automóvil, niña. ¡Ah, por cierto! Espero cierren con broche de oro.—Nos dejó atrás.

Sin volver a verlo venir Kenzie se inclinó  y me beso rápidamente.

ONE SHOTS ° [A.G]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora