17. «VENGANZA AMARGA»

2.6K 130 4
                                    

AIDAN X PERSONAJE FICTICIO
ADVERTENCIA: Mención de traiciones y venganza. (Tiene fallas ortográficas). Aquí Aidan tiene 25 años. Ya es legal.


Miré por décima vez las fotografías y los contratos frente a mí sin creer la información que estos poseía. Habían llegado esa mañana sin un remite a mi nombre. Cuando la secretaría trajo esa caja con un moño rojo pensé en no abrirlo. Se veía sospechoso. Pero la intriga fue más fuerte y con ello trajo el arrepentimiento minutos después de ver el contenido. La desesperación me embargo. Solo quería una esperanza, la esperanza que todo fuera una perfecta falsedad. El resto de mi trabajo quedó en siguiente plano, cancele las juntas de ése día. Me dediqué a examinar la veracidad de los documentos una y otra vez pero no hubo fallas que encontrará. Ni una sola falla. Su caligrafía delicada y su firma estaban ahí en las hojas blancas, y la fotos reflejaban su rostro, a ella. Simplemente debía ser mentira… Tenía que serlo. Lanna jamás me haría algo tan malo como para hacer un desfalco a la empresa y tener contacto con la competencia, ¿cierto?

—Sarah—. Presione el botón del teléfono. Necesitaba respuestas.

—¿Sí jefe?

—Has que la señorita Lanna Duquette venga a mi oficina.—Colgué.

Sabía que estaba arriesgando mi confianza por una acusación de la que posiblemente Lanna era inocente. Y si era cierto entonces estaba arriesgando  a quedar arruinado.

—¿Aidan?— Alguien llamo detrás de la puerta de madera junto con unos toques contra el material. Conocía la voz. Era ella.

—Adelante, pasa.—Ella no tardó en obedecerme. Entró a la oficina con esa sonrisa tan bonita. Y tal y como era costumbre cada que pisaba mi oficina, su cabellera rubia, su tez clara y la ropa blanca hicieron contraste en las oscuras paredes que nos rodeaban. Parecía un ángel entre lo tétrico de la estructura. Aquello fue una de las cosas de ella por las que me gustó. Tan angelical que deslumbra a cualquiera sin excepción.

—Sarah dijo que querías verme.

—Yo le pedí que vinieras paga poder hablar contigo. —Aclaré, sin querer, sonado serio. Lanna percibió enseguida mi tono. Rápidamente su sonrisa se borró en un santiamén y reemplazó su actitud soñadora por una más formal.

—¿Qué sucede?—Preguntó.

No conteste inmediato.

Me recargue en los bordes del escritorio con los brazos cruzados y la observé detenidamente. Estaba relajada. Lucia muy tranquila. Era como si esperará a que continuará para saber que movimiento tenía que hacer. Siempre fue así.

—Me llegó un regalo que lejos de ser  agradable fue un trago amargo.—Inicié a decir.—Si te soy honesto me hubiera gustado regresar el tiempo y haberlo dejado en la nada de un contenedor.

—¿Por qué?—Mordió su labio pintado de un rojo carmín. Mis ojos sin poder evitarlo siguieron ese pecaminoso movimiento que me engancho desde que la conoci aquella noche en la Universidad. El labial le favorecía muy bien.

Regrese mi atención a ella. Me veia atentamente.—Porque es algo grave.

—¿Grave? ¿Has dicho que un regaló? —Asenti.—¿De quien? Es muy raro que tú los recibas.

Me acerqué a la mesita donde tenía botellas de whisky y me serví un trajo con hielo. Necesitaba algo que quemara mi garganta, una solución para no revelar lo primordial que rondaba mi mente. No quería dudar, desconfiar, no de ella.

—Lanna—. La enfrente.

—¿Sí?—Sentí su voz temblar.

—Dime que es mentira.

ONE SHOTS ° [A.G]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora