51. «ALMA GEMELA: PRIMERA PARTE»

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AIDAN X PERSONAJE FICTICIO
ADVERTENCIA: OS basado en el mundo de las almas gemelas y lo sobrenatural. (Dije que ya no quería escribir pero tengo que cumplir con lo que prometí de ponerle punto final a esto. Subire las historias en borradores y publicare las segundas partes de los OS).



-Tuve de nuevo ese sueño, mamá.

-¿El de donde te caes de un risco?

-No, no ése.

- No sé cuál, cariño.

-Ése que nunca soñé pero parece que toda mi vida estuvo allí presente.



Las hojas secas del otoño se rompían debajo de las botas de la chica. En sus manos tenía adherido perfectamente un arco y una flecha posicionada. Los rayos del sol se filtraban en las copas de los árboles y llegaban en los puntos donde caminaba. El bosque en aquella zona parecía tan calmada. El sonido de los pájaros se oía romper la calma de la tarde y apenas se sentía el aire golpear en las ramas. Era hermoso. El lugar donde ella podría pasar toda su vida admirando. Su primer instinto al oír las ramas secas que estaban esparcidas por el suelo de tierra fue seguir la dirección ruidosa. Sus pies se movieron por si solos. En su cabeza y almas algo le impulso a ir tras ése respectivo ruido que se iba alejando. Inició como pasos suaves y precavidos para luego pasar a ser veloces y estrepitosos. El corazón de Camila le bombeo rápidamente y su respiración pausada de pronto se volvió agitada mientras corría por un sendero de piedras. El cabello largo le revoloteó tras su espalda al igual que la capa de su abrigo. Esa cosa, lo que fuera, estaba huyendo y ella no quería que lo hiciera. No tenía miedo de frenar y encontrarse una monstruosidad. Es decir, no entendía. Sólo sabía que tenía el deseo feroz de verlo y conocer el color de sus ojos.

-¡Espera!- Gritaba sin aire y herida. Su voz por alguna extraña razón estaba quebrada en un nudo amargo.-Por favor, detente.-Suplicó dejandose caer en sus rodillas, las cuales se sintieron raspar con la dureza de las piedess. El arco se derrumbó en las raíces de un tronco. Su mirada se aguado. Las lagrimas no tardaron en caer por sus mejillas como dos cascadas luminosas. De pronto todo se mantuvo en una abrumadora tranquilidad. El trinar de las aves se silencio. Todo lo hizo. Sus párpados se cerraron, llorando. Y nuevamente unas pisadas tímidas interrumpieron la paz. Su piel se erizo al sentir un aliento en su rostro que la hizo mantenerse quieta y congelada. Inmediatamente un calor tosco se instaló en su cuerpo y un aroma a pelaje mojado, lodo y salvajismo inundó su nariz. Olía a la naturaleza salvaje de un día de lluvia. Sus pupilas se dilataron al abrir sus ojos y toparse con una imponente imagen frente a sí misma. Había un inmenso animal de cuatro patas viéndola fijamente y esperando cualquier movimiento de la chiquilla que no lo hiciera irse. Era tan hermoso que no podía dejar de verle. Se veía tan puro que tenía la impresión de estar viendo el principio de un arcoiris o una cascada. Jamás había experimentado algo tan parecido. No lograba abarcar todas las palabras para describir esa emoción y sensación porque eran descripciones que no existían, que en el vocabulario humano ella no podría explicar y que sólo se comparaba a todo lo bello. Al conectar su vista con los de la criatura una enorme relajación la invadió. Su color favorito fue reemplazado en ese instante porque cualquier otro color que no fuese el verde no valía la pena de admirar. Dos orbes de cristal verde se disolvian con un brillo especial como dos gemas en una mina escondida. En esos enormes ojos se podía ver ella reflejada. Y al notar los punteagudos y refinados colmillos no tuvo miedo. Lo amaba, lo adoraba y daría cualquier cosa por éste. No lo conocía pero daba la satisfacción de lo que hacía desde una eternidad. Su temblorosa mano se alzó para tocar al lobo de pelaje extremadamente blanco; el cual lucía como si se hubiera escondido en la nieve de las montañas del Everest o como si su piel hubiera sido sacada de los pétalos de una rosa blanca. El enorme lobo dio un paso atrás al sentir las yemas de sus dedos. Una decepcionante emoción enmarcó las facciones de la chica y éste con miedo repusó la misma distancia que dio solo para dejarse mimar en las caricias de la humana.

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