57. Linaje especial

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Tristán

Cuando ellos me secuestraron, los hombres de Ane'leh, pensé que sería mi fin y aunque logré escapar, me dañaron de igual manera. Me inyectaron con el veneno directo en mi cuello, sin embargo, aún no sentía su efecto.

No sabía dónde estaba Aaron ni la manada, tampoco sabía que estaba pasando con Mia y si los demás se habían enterado de todo. Esperaba que Christopher pudiera hacer algo porque de no ser así, todo sería un caos.

Me sentía un poco débil, debo admitirlo, pero eso no me detendrá en absoluto. El bosque estaba oscuro, frío y totalmente silencioso. Me gustaría transformarme, pero no era buena idea debido al eclipse.

Aaron me advirtió lo que nos sucedía a los hombres lobo cuando había eclipse: nos descontrolamos y perdemos conocimiento de quienes somos, incluso si estamos en nuestra forma humana. Eso me aterraba totalmente, especialmente ahora porque tenía el veneno de los experimentos dentro de mí.

No estaba lejos del laboratorio y podía escuchar gritos, gruñidos y jadeos de personas heridas. También olía sangre y miedo, mucho miedo al igual que podía sentir la presencia de demonios. Todo esto al mismo tiempo, lo cual me hacía doler la cabeza.

Cuando al fin pude ver un poco de luz, noté que había muchas personas allí, incluso nefilim. Todos ellos luchando contra los experimentos y los hombres de Ane'leh. Logré divisar a Cristal y a Christopher unos metros más allá.

—Mia —susurré.

Miré hacia el cielo, específicamente a la luna que ya no era plateada, sino roja como la sangre. Mi vista se nubló completamente, mi cabeza comenzó a doler tanto que sentía que iba a explotar y mis huesos, Dios, mis huesos parecían ser espinas dentro de mí. Espinas que me clavaban desde el interior, haciéndome sangrar por dentro.

Agradecía que nadie estuviera cerca de mí porque este descontrol podía tener consecuencias en el control de mi poder como nefilim y eso significaría borrar la memoria de personas inocentes.

—No, por favor —dije.

Sentía la transformación, hueso por hueso rompiéndose. Caí de rodillas y manos al suelo, mientras me retorcía de un dolor agonizante. Este tipo de dolor lo sentí las primeras veces que me transformé, pero luego todo mejoró con la práctica. No entendía por qué ahora debía ser diferente debido al eclipse. Me caí al suelo de nuevo y rodé hasta quedar de espaldas, mientras respiraba dificultosamente. Intenté contener la transformación lo más que pude, pero era muy doloroso.

Recuerda quién eres. Recuerda que eres especial, nuestra familia es especial.

Aquellas palabras fueron las que me dijo Aaron en algún momento cuando me contaba de la historia de nuestra familia. Jamás las entendí del todo y sigo sin hacerlo, pero debe haber un significado importante tras ellas.

—¡No dejaré que me corrompas, desgraciado! —grité al eclipse sobre mí—. ¡No me tendrás como a los demás porque... porque soy un maldito nefilim!

Volví a gritar del dolor, pero poco a poco y con mucho esfuerzo me puse de pie. Mis huesos volvieron a su estado natural y la transformación se detuvo lentamente. Sin embargo, sentí un pinchazo en mis orejas y algo tirante a lo largo de mi frente y nariz. Instintivamente me toqué la cara y se sentía totalmente diferente y tenía mucho vello facial a los costados de mis mejillas, mientras que mis orejas tenían una forma un poco más puntiaguda. También tenía más colmillos, muy afilados, diferentes a los que suelo tener en la transformación.

—¿Qué diablos es esto? —pregunté a la nada. Observé mis manos y tenía las garras muy puntiagudas—. Parezco salido de película...¿por qué?

Mis sentidos eran un poco mejores a diferencia de cuando estoy en forma humana, pero aún así más débiles que cuando estoy en forma animal. Era un término medio al cual podía ajustarme bien.

No sabía si esto iba a servirme de algo o si significaba que era especial, pero iría por la desgraciada de Ane'leh y tendría que enfrentarme como sea.


***

Está corto, pero significativo jajaja.

Los Caídos #5 - La maldición del loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora