—Estoy diciéndote que el collar de ese chico tenía la misma piedra que tu collar y el anillo que encontré en la casa misteriosa —expliqué a Daniel.
Me miró con una ceja alzada y los ojos entrecerrados, claramente dudando de lo que estaba diciendo.
—¿Por qué no me contaste antes? —preguntó confundido—. Ha pasado un mes desde que viste a aquel chico que se hizo pasar por parte de la policía.
Hice una mueca y suspiré. Exacto como dijo Daniel, ha pasado un mes en que han habido más ataques en la ciudad y cada vez se encuentran más cuerpos sin vida por distintas partes, principalmente en el bosque. Ya son típicas las llamadas que recibimos a diario de personas que, alteradas, dicen haber sido atacados o haber encontrado un cuerpo. Parece una película de terror, pero era totalmente cierto. Lo más extraño era que las personas no se iban o mudaban de la ciudad.
Nosotros, con Daniel, habíamos tomado medidas más estrictas y extremas con Francis para poder protegerlo como se debe. Tenía prohibido salir de casa solo al igual que del colegio y si algo llegaba a suceder, debía llamar de inmediato a la estación. Debo decir que últimamente no me despegaba de él y cuando debía hacerlo, se quedaba con Daniel que era en quien más confiaba.
—Creí que me estaba volviendo loca, Daniel. Todo es muy extraño y no quiero comenzar a creer historias que no tienen sentido.
—¿Como la historia que te contaron esos dos chicos en el parque?
—Exacto. Ahí sí que terminaré de volverme loca.
—Yo digo que deberías arriesgarte y ver lo que ellos tienen que mostrarte. Si es mentira, lo sabrás de inmediato.
—¿Estás loco? ¿Qué pasa si son un par de psicópatas que quieren matarme? No iré a ningún lado con ellos.
—¿Abriste la carta? —preguntó.
La famosa carta había permanecido en mi mesa de noche por mucho tiempo. Los York la habían enviado hace un par de semanas, pero ni siquiera me molesté en abrirla porque la verdad es que no me daba confianza.
—No y no la abriré jamás.
—¿Por qué no?
—Porque eso significa que les estaré dando una oportunidad para creer tan absurda historia. A veces pienso que tú sí la crees, Daniel.
—¿Yo? No, claro que no.
—¿Seguro?
—Cien porciento.
Negué con la cabeza y reí divertida porque sé que todo el asunto le llama la atención, sin embargo, jamás lo juzgue por ello. Era libre de creer lo que él quisiera siempre y cuando no intentara convencerme a mí.
—¿Irás por Francis? —pregunté—. Trabajo hasta tarde hoy.
A pesar de ser sábado, Francis estaba en la escuela porque ensayarían por dos horas para un concurso de matemáticas que tendrían la próxima semana y estaba muy emocionado.
—Sí, ve tranquila.
Me acerqué y le di un suave beso en la mejilla a lo cual él hizo una mueca. Sabía que deseaba un beso en los labios, pero tendría que aguantarse porque me gustaba molestarlo de vez en cuando.
—Cuando realmente quieras besarme, no te dejaré hacerlo —dijo divertido.
—Como diga, señor gruñón.
Antes de salir de casa, fui por la carta y la guardé dentro de mi bolso porque presentía que la necesitaría para algo el día de hoy. Al llegar a la estación, no me molesté en preguntarle al sheriff si necesitaba algo porque estaba hablando en privado con algunos oficiales nacionales y no le gustaba que lo interrumpieran a no ser que fuera una emergencia.
Fui directo a mi pequeña oficina y dejé el bolso sobre la mesa que tenía allí. Últimamente, mi lugar de trabajo no estaba del todo ordenado porque me había dedicado a investigar. Sé que le dije a Daniel que no creía absolutamente nada de la historia de los chicos York, pero después de todo lo que había pasado, algo en mi cabeza comenzó a hacer click.
Busqué en los archivos de la ciudad los nombres de estos chicos, pero no encontré a ninguno de ellos. Para el país, Joseph y Salvador York y Tristán Wells no existían. Lo único que encontré de este último fue que estudió en la secundaria de Alana por algún tiempo, pero luego desapareció.
También busqué a otra posible Camille y por supuesto que encontré a varias que residían en Alana, pero todas ellas tenían una vida totalmente normal, así que las descarté inmediatamente. Lo último que tenía agregado entre todas mis notas era la historia que me contó Francis, la cual se relacionaba tan solo en la parte de los ángeles con la historia de los York.
Todo este asunto no me dejaba dormir por las noches y el cansancio ya me estaba ganando por completo, pero aún así me mantuve despierta en todo momento porque debía estar alerta por si el sheriff necesitaba algo y también por si algo importante pasaba.
—¿Estás bien, James? —preguntó Nathán, asomando la cabeza por la puerta.
—Sí, ¿por qué lo dices?
—Porque no saludaste a nadie al entrar y venías con una cara de querer asesinar a quien se cruzara en tu camino.
—Lo siento tanto. He estado muy ocupada con todo el trabajo y estoy cansada.
—¿Segura? ¿Necesitas ayuda con algo?
—No, estoy bien, lo prometo. —Fingí una sonrisa y él se fue no muy convencido de mi respuesta.
No quería que absolutamente nadie se enterara de la investigación que estaba llevando a cabo, especialmente Daniel porque ese chico me alentaría hasta en la cosa más estúpida que se me ocurriera hacer.
A las tres de la tarde debía juntarme con una señora que dijo ver a uno de los animales arrancar hacia el bosque cuando paseaba con su hija. No estaba segura de si podía reunirme con algún testigo, pero lo haría de todas maneras porque necesitaba encontrar una respuesta a todo lo que estaba sucediendo.
A las tres en punto, me encontraba en un pequeño restaurante, esperando a la señora que ya me había avisado que venía en camino. Estaba algo impaciente, pero la mujer no demoró en llegar. Tenía un aspecto desagradable y ni siquiera me saludó.
—Escucha, niña —dijo sentándose en la silla de enfrente—, accedí a contarte esto porque la ciudad realmente está en peligro, pero los estúpidos policías de todo el país no se lo están tomando en serio.
—Muy bien —dije—, puede contarme a mí. Estoy haciendo lo mejor por descubrir lo que realmente sucede.
—A mi hija le gusta mucho el bosque y accedí a llevarla a pasear durante un par de horas. Cuando estábamos cerca de la nueva empresa científica que llegó a la ciudad, me asusté mucho porque escuché unos ladridos muy salvajes. Mi pequeña también se asustó, así que nos escondimos de inmediato.
—¿Vio a estos animales?
—Los guardias los soltaron a plena luz del día y en mi desesperación, no hice más que arrancar con mi hija porque corríamos peligro allí.
—Hizo bien en huir. Esto es de mucha ayuda, de verdad gracias.
—No hay de qué, chica. Si veo algo sospechoso, te avisaré.
—Muchas gracias.
—Debo irme porque mi familia me espera. —Se puso de pie nuevamente y luego se inclinó sobre la mesa—. Puedes resolverlo, solo debes esforzarte. Tienes más disposición que esos tontos oficiales.
Sin decir nada, se marchó, dejándome impresionada por sus palabras. Que alguien que apenas conoces tenga tanta fe en ti es realmente reconfortante y satisfactorio porque sentía que mi propósito en la vida se estaba cumpliendo que era básicamente ayudar a los demás.
***
Está cortito, pero creo que pueden darse cuenta que viene drama jajaja :).
Gracias por leer <3.
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Los Caídos #5 - La maldición del lobo
FantasyCuando la vida de Camille cambia de un momento a otro, debe elegir entre lo que ha creído toda la vida y las historias que un grupo de niños le cuentan. Sin embargo, cuando el pequeño Francis es atacado por uno de los animales salvajes que atacan la...