Junio 2021
April
Miré a cada uno de mis hermanos frente a mí: Joseph jugaba con su teléfono, lanzándolo hacia arriba y luego lo atrapaba; Gael hacía ruidos con su boca, mientras que movía las piernas de arriba a abajo; Salvador tenía apoyada la cabeza en su mano y casi se quedaba dormido en el sofá; Thomas escribía tranquilamente en su libreta y Charles estaba concentrado leyendo el libro entre sus manos.
Había una gran misión porque los animales comenzaron a atacar en grupos grandes la ciudad. Se supone que Joseph, como representante de la alianza, debió ir. Thomas también debía participar por ser mayor de edad al igual que Salvador y Gael que había cumplido dieciocho años. Sin embargo, nuestros padres nos encerraron literalmente en la biblioteca de la academia de los Evans y aunque Charles y Joseph podían hacer un portal por ser de la familia Hunter, decidimos no desobedecer a nuestros padres.
—No puedo creer que estemos aquí encerrados. ¿Por qué no escapamos? —pregunté como si fuera algo obvio.
—¿Quieres desatar la furia de padre? —preguntó Charles en tono divertido.
—O peor, de madre —mencionó Gael en el mismo tono que nuestro hermano.
—Repito, aunque antes lo dijera en mi mente, no puedo creer que sean tan cobardes.
—Se le llama prevención no cobardía —dijo Thomas sin despegar los ojos de su agenda.
—Joseph, eres representante y mayor de edad. Mamá y papá no pueden prohibirte cumplir con tu O-B-L-I-G-A-C-I-Ó-N. —La última palabra la dije lentamente y en voz alta para aquí pudiera entender.
—No soy tonto —dijo—, pero ya sabes como son nuestros padres, April. ¿Quieres que me manden a una isla en medio del océano como castigo?
Tomé un cojín del sofá en el que me encontraba y se lo lancé a Salvador, haciéndolo despertar inmediatamente. Me miró de mala gana y luego bostezó.
—¿Qué, April? —preguntó él.
—No me quedaré aquí de brazos cruzados. No es lo que un nefilim de la alianza haría, ¿acaso no han aprendido nada?
—¿No has aprendido tú que no debemos contradecir a nuestros padres? ¿Por qué insistes en hacerlo? —preguntó Charles—. ¿Quieres estar castigada de por vida?
—No soy una miedosa como ustedes, cenicientas. El que no arriesga no gana y ¿saben qué? Me arriesgaré. Iré a buscar a Camille de una vez por todas.
—Iré contigo —dijo Gael poniéndose de pie. Le dio un golpe a Charles en la cabeza quien lo miró confundido y enojado—. Abre un portal para nosotros.
—¿Qué diablos, Gael? Podrías ser más amable. No, no abriré un portal para ustedes, así que díganle a Joseph.
—Ni loco —dijo Joseph—. No los pondré en peligro.
—Entonces vamos a chantajearnos como siempre—dije sonriendo, mientras frotaba mis manos—. Empiezo yo. Charles, le diré a mamá que las últimas semanas su querido retoño de quince años ha ido a clubes nocturnos a besuquearse con vampiras mucho mayores que él.
Abrió sus ojos de la impresión y el libro que sostenía entre sus manos cayó al suelo.
—No te atreverías —dijo entrecerrando los ojos.
—Pruébame —dije.
—Gael —dijo Charles—, le diré a todos tus amigos que gritaste como una niña cuando un demonio nos atacó en una de las misiones la semana pasada.
ESTÁS LEYENDO
Los Caídos #5 - La maldición del lobo
FantasiaCuando la vida de Camille cambia de un momento a otro, debe elegir entre lo que ha creído toda la vida y las historias que un grupo de niños le cuentan. Sin embargo, cuando el pequeño Francis es atacado por uno de los animales salvajes que atacan la...