Enero de 2021
April York
Un mes entero, completo, del día uno al treinta, estuve en la academia de mi antigua ciudad como estudiante pasajera, maldecida por el peor de los dioses de los padres estrictos. Fueron las peores semanas de mi vida porque mis tíos cuidaron de mí y a pesar de que me quieren, no nos llevábamos en absoluto. De acuerdo a mis padres, yo no era nefilim, sino un pequeño diablillo que no tenía control y aunque mis hermanos insistieron en que me quedara en Alana, papá y mamá se negaron.
Sin embargo, nada de eso importaba porque la abeja reina, la última y más pequeña de la dinastía York estaba de vuelta. Venía con más energía que nunca y a pesar de aprender la lección, no cambié absolutamente nada de mí porque así era y así debían quererme. ¿Para qué dejaron que naciera si no?
Había extrañado mucho a todos mis hermanos, especialmente a Gael porque era en quien más confiaba; además, admiraba mucho la tenacidad que tenía con nuestros padres porque el resto de mis hermanos Cenicienta solo obedecían sin chistar, incluso Joseph que era el mayor.
—¡April! —exclamó Gael corriendo hacia mí.
—¡Mi Cenicienta favorita! —grité emocionada.
Me tomó entre sus brazos y me dio un par de vueltas, mientras reíamos divertidos. Esto era lo que más había extrañado: poder estar con mi hermano y hacer cosas divertidas.
—¿Cómo estuvo el mes con los tíos?
—Horribles. Me hicieron sufrir, pero yo también a ellos.
La felicidad desapareció de mi rostro cuando vi a Damek, caminando por el pasillo para ir al comedor de la academia junto con su amigo, Roman. El primero sonrió cuando me vio y luego siguieron su camino. Yo, por otro lado, quise lanzarle la maleta por la cabeza porque sabía que estaba feliz de poder volver a molestarme otra vez.
Era increíble cómo en lugar de hacer amigos en este lugar, hacía enemigos a quienes quería golpear todo el tiempo. Los únicos amigos reales en todo este lugar eran Oliver y por supuesto Camille a quien deseaba ver con todo mi ser porque la había extrañado.
—¿No has visto a Camille de casualidad? —pregunté a Gael.
—¿Cuál Camille?
—¿Cómo que cuál Camille? Deja de jugar Gael, por favor, quiero verla.
—No sé de quién me hablas, April. ¿Hiciste una amiga nueva? —Su cara pasó de confusión a una de completo asombro, lo cual me asombró a mí hasta el punto de mirarlo con mi boca en forma de ''o''.
—Debes estar bromeando. —Le pegué en el brazo y reí, pero él hizo una mueca—. ¿En serio, Gael? ¿Dónde está Daniel entonces? Él debe saber dónde está Camille.
—¿Daniel? ¿April, qué diablos? ¿Tienes amigos imaginarios ahora?
—No me trates como loca. ¿Cómo no vas a recordar a la chica que ha salvado a esta raza tantas veces? ¿Qué ''diablos'' sucede contigo? ¿Sabes qué? No me digas, iré por ella yo misma.
—Pero April...
Agarré la maleta y la dejé en una esquina para que no estorbara, ya que no tenía ganas de ir a mi habitación porque la compartía con dos chicas más, quienes no eran de mi agrado. Después, me dediqué a ir a ver a cada uno de los amigos de Camille para saber si la habían visto y para mi no tan grata sorpresa todos me preguntaron de quién hablaba. De todas formas, no podía darme por vencida, así que me pasé como media hora preguntándole a todo aquel que conocía a Camille que eran, en mayor parte, casi todos de todas las academias.
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Los Caídos #5 - La maldición del lobo
FantasiaCuando la vida de Camille cambia de un momento a otro, debe elegir entre lo que ha creído toda la vida y las historias que un grupo de niños le cuentan. Sin embargo, cuando el pequeño Francis es atacado por uno de los animales salvajes que atacan la...