Nada emocionante había pasado en la semana respecto a mi familia y trabajo, lo cual agradecí porque lo que más necesitábamos ahora era paz y tranquilidad. De hecho, Francis, Daniel y yo fuimos a una clase de yoga porque supuestamente me haría bien para los dolores de cabeza dado que no me podían dar medicamentos. Los dos se aburrieron y me dijeron que no volverían a ir, pero que me apoyarían dándome ánimos.
En el trabajo, todo estuvo normal, excepto que Clemente me pedía ayuda para todo y ya hasta parecía su secretaria, lo cual me molestaba mucho. El sheriff se llevaba muy bien con él y no se daba cuenta de lo abusivo que estaba siendo, pero yo marqué límites y no dejé que me pasara a llevar. Podía ser un hombre grande e imponente, pero de seguro que podría darle una paliza.
Después de terminar mi jornada laboral, acompañé a Mia a su primera cita con el doctor porque aún no le contaba a Tristán de su embarazo. Como dije en algún momento, no le pregunté nada para no agobiarla, pero se me hacía muy extraño todo.
Nos encontrábamos en la sala de espera y ella apretando la cartera entre sus manos, comenzó a mover sus piernas de arriba a abajo muy rápido. Cuando una de las secretarias la llamó, se asustó tanto que llegó a dar un pequeño salto. Me pidió que la acompañase y no me pude negar, así que entramos juntas.
En un momento, me pidieron que tenía que salir porque debían hacer algunos procedimientos y así ella podría estar más cómoda. Sin embargo, entré nuevamente cuando hablaron con ella de cosas importantes. Le hicieron un montón de preguntas, muchas de ellas me incomodaron, debo admitirlo, pero me mantuve callada todo ese rato. Lo más gracioso a mi parecer fue la cara que puso Mia cuando le preguntaron la fecha de su última menstruación y sin mencionar que le dijeron que debería hacerse algunos exámenes de sangre. Se puso pálida, más de lo que ella ya era y después me sonrió amablemente.
Al principio, no entendí por qué me estaba sonriendo, pero después me pidió que la dejara sola con el doctor. Totalmente confundida, asentí y salí de la oficina para esperar afuera. Fueron tan solo algunos minutos los que esperé cuando ella salió aún sonriendo. Me hizo una seña con la mano y rápidamente salimos de allí.
—¿Qué sucedió? ¿Te encuentras bien?
—Claro —dijo—. Solo quería hacer unas preguntas algo personales, pero me dio algo de vergüenza que escucharas.
—Oh, está bien. No te preocupes. Entonces, ¿todo está bien con el bebé?
—Sí, todo bien. Creo que ya debería decirle a Tristán.
—¿Querías confirmar que todo estuviera bien con el bebé primero? ¿Eso te daba miedo?
—En parte —confesó—. Verás, Camille, en mi mundo, pasan cosas muy raras; cosas que no entenderías aunque te las explicara y no quería arriesgarme. Tampoco quería que Tristán se ilusionara, pero ahora que sé que todo va bien, estoy más tranquila.
—¿Tristán? —pregunté. Eso fue lo único que rescaté de todo lo que me dijo. No es que no me importara lo que me estaba contando, porque sí me importaba, pero Tristán no era un nombre muy común para mí—. ¿Tienes alguna foto de tu novio?
—Claro —dijo confundida.
Cuando me mostró la foto del tal Tristán en su celular, algo hizo click en mi mente. Lo que ella me explicó de que en ''su mundo'' pasan cosas raras tenía relación con la extraña historia que me contaron los York porque, según ellos, en ''su mundo'' también pasan cosas raras. Además, Tristán era el mismo que fingió ser un policía. De hecho, tenía una placa falsa y yo debí reportarlo por eso, pero no lo hice.
—¿Sucede algo? —preguntó.
—No. Es solo que él estuvo en la ciudad cuando ocurrió uno de los ataques. Quiso ver un cuerpo y hasta fingió ser policía.
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Los Caídos #5 - La maldición del lobo
FantasyCuando la vida de Camille cambia de un momento a otro, debe elegir entre lo que ha creído toda la vida y las historias que un grupo de niños le cuentan. Sin embargo, cuando el pequeño Francis es atacado por uno de los animales salvajes que atacan la...