50. Ella no lo sabe

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No quería ir sola por nada del mundo, así que le pedí a Daniel que me acompañara. Últimamente todo me daba un poco más de miedo e ir a lugares que no son de mi agrado no me da confianza. Él no dudó en acompañarme, de hecho, dijo que manejaría. Sin embargo, le dije que iríamos a través de un portal porque era más rápido.

Decidí transportarnos inmediatamente a la entrada del recinto de los Green porque no tenía deseos de caminar demasiado. Además, quiero creer que no supondría un problema para los Green ver un poco de magia angelical de vez en cuando.

Una vez que entramos, esperamos pacientemente a que alguien saliera de alguna de las casas, pero nadie lo hizo. En el enorme patio, había una larga mesa con restos de comidas y de los árboles colgaban adornos y luces. Parecía como si hubiesen tenido una fiesta recientemente y no se habían molestado en limpiar aún.

—¿Crees que estén durmiendo? —pregunté a Daniel.

—No lo sé. Tal vez deberíamos ir a golpear la puerta de alguna de las casas.

Asentí no muy convencida y suspiré. No tengo recuerdos muy lindos de aquel lugar y realmente me entristece saber todo lo que pasamos aquí. Daniel notó mi incomodidad y tomó mi mano con delicadeza. Le sonreí en agradecimiento y fuimos hasta la primera casa de la izquierda.

Daniel fue quien golpeó la puerta y al cabo de unos minutos, una muchacha de tez morena y cabello liso nos abrió. Sonrió de oreja a oreja al vernos y levantó su pulgar.

—Tu eres Camille, ¿no? —preguntó.

—Sí, sí, ¿cómo sabes?

—La directora Black llamó para informar que alguien vendría a dejar una carta.

—Oh —dije y saqué el sobre del bolsillo interior de mi chaqueta—. ¿Puedo hacer una pregunta?

—Claro, la que quieras mientras pueda seguir viendo a tu apuesto novio.

Entrecerré los ojos y alcé una ceja, pero luego reí divertida al ver la reacción de Daniel. Estaba muy serio, tenía el ceño fruncido y sus mejillas de un rojo muy notorio.

—Tranquilos, solo bromeo —dijo ella riendo—. Ya relájate, chico.

Daniel suspiró profundamente y me hizo un gesto, así que le entregué la carta a la chica. Ella asintió en agradecimiento y me quedó mirando.

—¿Qué? —dije.

—¿La pregunta?

—Oh, cierto. ¿Pasó algo malo aquí? —pregunté mirando a mi alrededor.

—Mi abuela estuvo de cumpleaños y como está algo mayor, lo celebramos a lo grande. Invitamos a tu amiga, Mia, ya que mi abuela la aprecia mucho. De hecho, todos aquí la aprecian, especialmente porque Cora era muy querida, pero no vino. Ni siquiera llamó o algo.

Asentí, procesando todo lo que me dijo y luego hice una mueca.

—Mia está pasando por momentos muy difíciles.

—Está embarazada, lo sabemos.

Tosí automáticamente y la miré totalmente sorprendida.

—Algunos elementales tienen ese poder —dijo haciendo comillas a ''poder''—, especialmente las mujeres. Lo sintieron y ya. Mia es especial por poder controlar más de un elemento, así que para todos aquí es importante aunque ella no lo sepa.

—Gracias por la información. Por favor manténganlo en secreto por ahora porque todo es muy peligroso.

—Así será.

Daniel y yo nos despedimos de ella y nos fuimos al centro del enorme patio sin decir una palabra. Ya era complicado todo el asunto y que todos los Green lo supieran no ayudaba en nada. Debía decirle a Mia para que al menos se comunicara con ellos, ya que después de todo eran su familia también.

* * *

Daniel me miró confundido cuando vio que no habíamos vuelto a las academias cuando cruzamos el portal que hice. En su lugar, estábamos en el lugar que alguna vez fue nuestro hogar.

—La última vez que estuve aquí, no recordaba nada —dije triste—. Está destrozada.

Él hizo una mueca y noté tristeza en su mirada. Pasó un brazo sobre mis hombros y me besó la mejilla suavemente.

—La arreglaremos cuando podamos, ¿si? Sigue siendo nuestro hogar.

—Eso sería genial —dije sonriendo un poco.

—¿Por qué estamos aquí?

—Necesito mi collar de la alianza y otras cosas. Es extraño, ¿sabes?

—¿El qué?

—Cuando nosotros no tenemos el collar de la alianza puesto, se siente terrible, sobre todo si el collar es destruido. Es como una parte de nosotros. De hecho, está hecho con nuestra sangre y magia como sabes. Sin embargo, desde que volvimos, no sentí nada respecto al collar. ¿Crees que algo malo me esté pasando?

—Creo que estás muy preocupada y Francis es lo único que ocupa tus pensamientos.

—Sí, quizás tienes razón.

Me acerqué a la entrada y ni siquiera tuve que abrir la puerta porque estaba partida por la mitad. Las paredes estaban rayadas, había un olor nauseabundo y todo estaba lleno de polvo. Subí inmediatamente al segundo piso con Daniel tras de mí y me detuve bajó el ático.

Quise subir, pero Daniel me dijo que lo haría él para ayudarme. Cuando me pasó la caja con mi nombre rayado, la abrí de inmediato y busqué mi collar de la alianza. También estaba el anillo negro con la piedra para viajar a otras dimensiones, así que no dude en colocármelo en el dedo anular de la mano izquierda.

Lo último que encontré fue la daga mata ángeles, la cual Daniel miró confundido.

—Creí que esa maldita daga había desaparecido de la faz de la tierra.

—Está bajo custodia —dije guardándola dentro de mi bota—. La tengo desde hace... ya no recuerdo y es mejor que conmigo se quede.

Le entregué la caja a Daniel nuevamente y la guardó de vuelta en el ático. Ya tendríamos tiempo de acomodar y limpiar todo como corresponde, pero ahora debíamos volver.

—Daniel.

—¿Si?

—¿Crees que Francis realmente se recuperará?

Me dio una mirada tierna y se acercó para rodearme con sus brazos. Lo abracé inmediatamente y cerré los ojos por un momento.

—No puedo decirte a ciencia cierta porque no lo sé, pero haremos lo posible.

—Tengo miedo de que jamás despierte. A veces solo quiero contactar a los arcángeles y pedirles ayuda, pero sé que no lo harán.

—Ellos solo ayudan a quienes quieren —dijo con voz seria—. Es mejor que ni te acerques a ellos.

Asentí ante su advertencia porque realmente tenía razón. Las pocas veces que uno de los arcángeles se había comunicado conmigo fue para cosas bastante específicas y espeluznantes. Es como si ellos mismos escribieran el destino de todos nosotros y eso no me gustaba nada.

—Eventualmente, todo estará bien, Addie y ya no tendrás que preocuparte por nada más. —Me besó la frente y me abrazó fuertemente como si tuviera miedo de que desapareciera en algún momento.

Sabía que tendría que irse, lo cual me aterraba y tenía que vivir cada día sabiendo que quizás no lo vería nunca más.

Los Caídos #5 - La maldición del loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora