34. Como si fuera de una madre a otra

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Me paseé de un lado a otro en la sala de espera; los pacientes me miraban de mala gana por lo nerviosa que estaba, pero no me importó porque habían pasado más de dos horas y no nos habían dicho nada de Francis. Solo me habían preguntado sus datos y eso fue todo.

Daniel permaneció sentado y me dio el espacio que necesitase porque jamás había actuado así con él. Fue la emoción del momento y de seguro después me arrepentiría, así que ya llegaría el momento de pedir perdón. Por ahora, nada me importaba más que el niño.

—Camille —dijo un hombre.

Alcé la vista de inmediato y me encontré con el sheriff junto con Clemente, el nuevo oficial. Por un momento, pensé en Nathán, pero lo mejor para él y su hija era que permanecieran en casa.

—¿Cómo supo? —pregunté.

—Daniel nos envió un mensaje. ¿Cómo estás? ¿Has sabido algo de Francis?

—Nada. Absolutamente nada —dije al sheriff. Miré a Clemente un par de segundos e hice un gesto con la cabeza.

—Hola, Camille —dijo él sin agregar más.

Ambos saludaron a Daniel, quien solo movió un poco su mano y sonrió un poco. Era consciente de que Daniel no estaba nada bien, pero lo disimulaba y controlaba mejor que yo.

—¿Señorita James? —preguntó una mujer en bata blanca, la doctora supongo.

—Sí, soy yo. ¿Cómo está Francis? —Me acerqué a ella lo más rápido que pude y la miré atenta.

—Lamento informarle que el niño ha entrado en coma. Todos los pacientes que han sido atacados por estos animales se encuentran en la misma condición y desafortunadamente, no existe el tratamiento adecuado para tratarlos.

—¿Cómo es eso posible? Esto es una emergencia de suma importancia. Deben hacer algo por todas estas personas y por Francis. ¿Qué clase de hospital es este? ¿Qué se supone que haga hasta entonces? ¿Verlo dormido en una maldita cama de hospital por toda la eternidad? —La última pregunta la grité tan fuerte que todas las personas allí guardaron silencio.

—Gracias por la información, doctora —dijo Daniel acercándose.

Me sujetó por los hombros y me llevó hasta la salida para que pudiera respirar hondo y calmarme. Sin embargo, no lo hice porque era imposible calmarme en una situación así.

Cuida a Francis y ten cuidado con los ataques de la ciudad. Eso fue lo que Mia dijo la ultima vez que la vi y si ella estaba relacionada con Tristán y también con la historia de los York, sin mencionar lo que me había contado William, esto de los ataques debían ser obra de alguna clase de ritual o algo. Magia negra quizás, no lo sé, no era experta.

Saqué mi celular y sin pensarlo demasiado, marqué el número de Joseph York porque, como ellos dijeron, algún día necesitaría de su ayuda y si debía dejar de lado mi orgullo por Francis, lo haría sin pensarlo.

La llamada no fue muy larga porque el chico me respondió de inmediato y me comentó que vendría por mí, así que debía ir a buscar a Francis. Le comenté a Daniel lo que pasaba y él, confiando en mi palabra, fue quien retiró a Francis del hospital.

El sheriff y Clemente se tuvieron que ir poco antes que nosotros porque debían seguir ayudando con todo el caos de la ciudad, así que me sentí un poco más aliviada con toda la situación.

Daniel con el pequeño Francis entre sus brazos y yo junto a él permanecimos en la parte trasera del hospital donde Joseph nos indicó que debíamos esperarlo. Estaba muy ansiosa, pero confiaba en que, a pesar de que habían inventado historias muy extrañas, pudieran ayudarme.

Los Caídos #5 - La maldición del loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora