20. Emociones de un humano con el raciocinio de un ángel

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Mia

🥀

Aquellos gruñidos los conocía perfectamente bien porque se parecían mucho a los de Tristán, pero sabía que no se trataba de él, sino de su familia lobuna. El hombre que estaba sobre mí fue arrastrado por un enorme lobo de grandes colmillos, el cual le destrozó el cuello de una sola vez.

Los demás lobos fueron por el resto de los hombres y todo fue una masacre total. La sangre saltaba por todos lados y los cuerpos caían lejos de sus cabezas, lo cual me perturbó mucho más de lo que creí. Incluso, la sangre me perturbó a pesar de que yo me alimentaba de ella. Sin embargo, entendía que podía ser la impresión del momento y de que casi morí a manos de humanos espantosos.

Davina se puso de pie y le dio una patada en la parte íntima de uno de los hombres que la había atacado y luego un puñetazo en la nariz, lo cual me hizo sonreír de satisfacción. Blas, por otro lado, también se puso de pie y miró horrorizado todo a su alrededor.

El mareo que sentí y el malestar producto del polvo de Vea desapareció poco a poco, pero me sentía débil. Me limpié los pantalones con mucho cuidado y después me quité la sangre que tenía en la cara porque me molestaba. Me paré tan lento como pude porque me sentía realmente débil y no quería forzarme porque no sabía qué tanto el polvo podría afectarme.

Me quejé del dolor cuando pude ponerme de pie y vi que uno de mis dedos estaba un poco torcido, pero en cuanto lo moví, sanó de inmediato. En otras circunstancias, eso me hubiese puesto muy nerviosa, pero no ahora. De pronto, me percaté de lo que ocurría a mi alrededor que sin duda era mucho más extraño de lo que vi jamás.

Todos los hombres que atacaron con sus estúpidas pistolas estaban muertos, muchos de ellos decapitados o con sus cuellos destrozados. Todo el suelo era un baño de sangre que haría pensar a cualquiera que todo esto se trataba de algún culto satánico importante. Sin embargo, eso no era lo más impresionante y extraño de todo porque los lobos me rodearon por completo.

Poco a poco fueron sentándose como si alguien les pidiera que lo hicieran y agacharon sus cabezas a modo de ¿saludo? No estaba segura de lo que sucedía, pero sin duda yo era objeto de admiración en ese momento. Allí en medio, me sentí lo más vulnerable que jamás me sentí en la vida, pero también poderosa. ¿A qué vampiro lo rodea una manada de hombres lobo de esa manera?

El líder, Aaron, padre de Tristán, el alfa de aquella manada, hizo sonar su cuerpo para volver a su estado humano por completo. Ya no me molestaba verlo desnudo porque para ellos era casi normal y estando en manada, nada les daba vergüenza. Mi mirada se mantuvo fija en la suya y nos observamos por un par de segundos.

—¿Qué está pasando? ¿Es una manera de decirme que voy a morir?

—En honor a tu madre, una fiel miembro de nuestra manada, jamás podríamos asesinarte, Aurora Bravhe Green. Además, mi hijo no me lo perdonaría en la vida.

Asentí lentamente y me sentí extraña al ser llamada por ese nombre porque yo me llamaba Mia a pesar de que aquel nombre me lo diera la loca de Isabella. Luego recordé a mi madre, como cada día lo hacía, y pensé en lo orgullosa que estaría de mí al utilizar mis poderes de elemental con sabiduría sin dejar que ellos me controlaran.

—¿Entonces, qué pasa? —pregunté con la respiración agitada—. Agradezco mucho todo lo que hicieron hace un momento, pero esto me incómoda.

Apunté a todos los lobos que seguían en la misma posición e hice una mueca.

—Tienes algo especial en ti, Mia y nosotros debemos protegerlo. Es nuestro deber.

—¿Algo especial? Claro porque soy básicamente un ser temible y para ustedes un despreciable vampiro.

Los Caídos #5 - La maldición del loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora