25. Mi pequeña familia

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Mayo 2021

Escuchaba el sonido de un golpeteo constante que me traía poco a poco de vuelta a la realidad. No sabía de qué se trataba, pero lo averiguaría cuando despertase del todo. Nuevamente, como muchas veces me ha pasado, desperté en la habitación de un hospital.

A mi lado, Francis estaba sentado en una silla. Mientras dibujaba concentrado, golpeaba el suelo con su pie provocando el sonido que escuché antes de abrir los ojos. No había nadie más en la habitación, lo cual me sorprendió porque pensé que Daniel también pudo haber estado allí.

—¿Francis?

Al niño se le cayó el lápiz y el cuaderno al suelo cuando escuchó mi voz y se giró de inmediato para confirmar que lo que escuchó era cierto. Sus ojos se agrandaron mucho más, totalmente sorprendido y sonrió feliz.

—Sabía que despertarías —dijo abrazándome—. Ya nadie tenía esperanzas.

—¿De verdad? ¿Por qué?

—Porque ha pasado mucho tiempo.

—¿Cuánto tiempo?

—Más de un mes. —Me abrazó nuevamente y suspiró—. Que bueno que al fin estés bien.

—¿Estás bromeando? No pudo pasar tanto tiempo.

—Es cierto, Cami. Ya estamos en Mayo, casi junio —dijo, apuntando el calendario que había en la pared de enfrente.

Pestañeé un par de veces sin creer lo que me decía y me senté de golpe. Mi cuerpo se sentía muy pesado y no tenía deseos de ponerme de pie, pero aún así lo hice para mirar por la ventana. La ciudad se veía igual que siempre, nada había cambiado, lo cual me alivió en cierto punto.

—¿Dónde está Daniel?

—Nos abandonó.

Volteé totalmente confundida y a la vez aterrada, pero cuando vi al niño reír divertido, supe que estaba mintiendo.

—Muy gracioso, Francis.

—Fue a conseguir algo de comida. Vuelve en seguida para que puedas saludarlo. —Me guiñó un ojo y volvió a sonreír—. ¿Recuerdas cuando me pediste que dibujara el cetro del ángel de la muerte?

—Si —dije sin entender.

—He estado dibujando mucho del lugar en donde vivía porque pensé que querrías verlo, ya que eres la única que me cree.

Eso dio una punzada en mi corazón porque solo estaba fingiendo para poder ayudarlo, ya que esas historias inventadas no le hacen bien a su salud mental.

—¿Los tienes aquí?

—¿Realmente quieres verlos?

—Por supuesto que sí.

Sonrió complacido y de su mochila, sacó una carpeta llena de papeles. Extendió todos sus dibujos sobre la camilla y comenzó a explicarme poco a poco.

—Esta era mi habitación. Allí pasé mucho tiempo dibujando, pero tuve que dejar todos mis dibujos antes de venirme.

En el dibujo había una cama, un mueble pequeño y él estaba sentado en el suelo, haciendo dibujos. Lo más terrible de la situación es que todo era negro y lúgubre, lo cual me asustó porque solo tenía siete años.

—Aquí cenaba siempre con el ángel. —Apuntó otro dibujo en donde había una mesa larga con muchas sillas, pero solo estaba él y lo que parecía ser un hombre.

Me mostró todos los otros dibujos, cada uno más tétrico que el otro, ya que cada parte de su antigua ''casa'' era de color negro y no tenía nada de adornos como me explicó. Finalmente, se detuvo en un dibujo, pero a diferencia de los demás, aquel tenía tres personas: el ángel de la muerte, Francis y otro chico más grande.

Los Caídos #5 - La maldición del loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora