Capítulo 30

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Caliente. Era lo único que ambos sentían. Estaban calientes y sudados y sus ropas estorbaban. El alcohol hacía de las suyas dentro de sus cabezas y el sofá de Yaoyarozou empezaba a parecer cada más y más cómodo.

Bakugou fue quien ya no soporto más y se quitó la musculosa negra sin separarse del regazo de Sero que tuvo el asiento VIP para ver su pecho, sus hombros, sus marcados músculos en el abdomen.

Benditas sean las dos personas que habían creado a aquel monumento adolescente que tenía sobre sus piernas y le hacía enloquecer.

El cenizo tiro la musculosa en algún lugar del piso ajeno y volvió a atacar su boca. Ambos compartían el gusto a la cerveza y sake, aunque el del más bajo era más dulce e intoxicante.

Hanta sabía que aquello estaba mal. Muy mal. No tenía en claro sus sentimientos y ni si siquiera sabía porque Katsuki se estaba comportando de aquella forma. Sabía que los dos tendrían arrepentimientos en la mañana pero no encontraba la voluntad para terminar con eso que tanto deseaba. Sus manos iban desde la delgada cintura hasta la ancha espalda y jugaban de forma inexperta con los delicados botones rosados que hacían gruñir al contrario. Podía sentirlo, sentirse, lo duros que estaban.

Su cordura se estaba yendo lejos si es que en algún momento estuvo presente.

El cenizo no quería nada más que besar, tocar y joder en todo sentido de la palabra al contrario. Quería quedar hecho un desastre y que el contrario compartiera su destino. No importaba que eso que estaban haciendo, aquello que él provocó e inicio fuera un error. En ese momento, lo único en lo que podía pensar era lo mucho que deseaba su toque y calor.

-Baku...-susurro el azabache entre besos, intentando poner sus manos en los hombros del contrario -Bakugou, espera -tomo sus mejillas -Hay que parar. No podemos seguir con esto. Somos amigos, está mal.

Sero había logrado atrapar las mejillas de Bakugou con una de sus manos y sostener su cintura con la otra para evitar que cayera de su regazo. Los ojos rojos estaban brillantes, las mejillas pálidas ardían en color rojo y el sudor en su frente lo hacía brillar, cayendo de paso sobre su pecho.

El pene le dio una puntada dolorosa y el diablito que tenía sobre su hombro maldecía el hecho de que hubiera usado su sentido común para detener ese pecaminoso momento.

El cenizo gimió y movió sus caderas en un círculo, sintiendo la erección que tenía bajo suyo sobre su pantalón. No diría nada que pudiera ser usado en su contra al día siguiente ni aceptaría el hecho de que estaba de acuerdo con el azabache y creía que aquello estaba mal. Solo haría lo que solía hacer el idiota de Deku en varias ocasiones.

Hacer lo que diera la regalada gana y pensar después en las consecuencias de sus actos.

Katsuki se metió en la boca los dedos medio e índice del azabache, jugando con ellos con su lengua y sonriendo de forma burlesca cuando la expresión sería que había tratado de mantener Hanta cayó por completo.

Muy pronto, tuvo su lengua devuelta en su boca y a modo de castigo recibió un pellizco en su pezón, algo a lo que le resto importancia cuando su pantalón fue repentinamente bajado. Su erección choco contra su estómago y jadeo como animal herido cuando el más alto la tomo entre sus manos. Se subió aún más a su regazo y lo rodeó con los brazos, gimiendo en su oído mientras lo masturbaba tan exquisitamente.

-Maldición, mierda, mierda -murmuraba el azabache frotando ambas erecciones juntas -Joder, carajo Bakugou. Ahh, mierda. Esto va a acabar mal, ¿lo sabes?

Sí, lo sabía. Pero no le importaba. Le parecía más excitante escuchar cómo la voz ronca de Sero maldecía tanto. Bakugou no recordaba haber escuchado alguna vez tantas malas palabras salir de su boca y le gustó más de lo que quisiera admitir.

Un interés inesperado [SeroBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora