Apenas entró no pudo evitar ver todo el lugar con gran curiosidad. Nunca había estado ahí.
Y se sentía muy especial.
La pequeña oficina de Sero era como un archivero, un solo escritorio de madera y varios muebles con documentación a los lados. Estaba ahí porque uno de los tíos retirados de Kenta reclamo que no podía tener tanto favoritismo por su hijo y ponerlo directamente en un oficina propia, que debía aprender a escalar desde abajo.
Pese al enojo de su padre, Hanta aceptó sin miramientos lo que le dieron y únicamente pregunto si podía pintar el lugar y colgar un par de pinturas para hacerlo sentir a gusto. Por supuesto, se le fue permitido.
Katsuki admiraba las paredes pintadas de azul claro, casi celeste, lo que daba una gran iluminación al lugar y no hacía lucir tan tristes los archiveros de un oxidado color metal. Había una sola pintura, colgada en la pared del enfrente. La pintura era de una mujer y un niño pequeño, la primera sosteniendo la mano del niño y él sonriendo con dulzura hacía ella.
-La hice hace un par de años. Creo que porque la extrañaba mucho en aquel tiempo -hablo una voz muy conocida a sus espaldas -Fue antes de entrar a Yuei.
Bakugou asintió y sintió una brazos abrazándolo detrás mientras admiraba la pintura. Una mujer con vestido blanco, cabello corto y liso, como débiles hilos de tejer de color castaño y unos ojos celestes que miraban con amor hacia abajo, donde estaba el pequeño niño azabache.
Nunca vio una foto de Chika Sero. Pero estaba convencido que la pintura de su pareja era el más fiel retrato de la mujer.
-Lo siento, Katsuki.
La voz del azabache lo atrajo a la realidad y se recargo sobre él para ver su expresión. Bufo divertido cuando vio que tenía el entrecejo fruncido.
-Yo elegí venir, tonto -le dio un golpecito en su frente -Además, lo que dijo ese viejo para mí sonó como el molesto zumbido de una miserable mosca.
El cenizo sintió la risa suave detrás de su cuello y contuvo la respiración, un escalofrío le recorrió la piel cuando el aliento de su novio chocó contra esa zona.
Mierda, tenía una sensación de peligro inminente.
-Katsuki...-susurro roncamente contra su oído el azabache -Nadie vendrá aquí. Es la zona más alejada del edificio y...les caigo muy mal como para que vengan a invitarme a almorzar.
-Tu viejo dijo que...¡H-Hanta!
El de ojos rojos no encontraba en su memoria el momento en que las manos del más alto se pusieron hábilmente sobre su cinturón para desabrocharle y metiéndose dentro. Contuvo un fuerte jadeo cuando fue sometido contra el escritorio e hizo lo posible para doblarse sobre sí mismo para mirar a el más alto.
Tenía los ojos oscuros fijos en su persona y una sonrisa lujuriosa asomándose por su rostro. No había nada de su usual persona amable y despreocupada.
-Pervertido...-gruño al darse cuenta de lo que estaba por suceder - ¿Acaso lo planeaste desde el puto inicio o qué?
Sero sonrió con la mayor inocencia que podría presentar en esa situación y paso una mano bajo el estómago del mayor para empezar a abrir los botones de su camisa, llegando con gran deleite hasta sus pezones y deslizando la camisa junto con el saco lejos de la piel blanca de su pareja, dio una suave mordida en su hombro desnudo antes de responderle.
-Desde que te vi en la recepción tenía deseos de hacerte esto -admitió honestamente el más alto -El destino solo me presento la oportunidad para hacerlo. Y yo le estoy haciendo caso, soy una humilde víctima.
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Un interés inesperado [SeroBaku]
FanfictionSero Hanta no entendía nada de nada. Y para su desgracia la única persona que podía ayudarlo era la causa de sus problema, Bakugou Katsuki. Así que sus únicas opciones eran preguntarle a Kaminari, Kirishima o Ashido porque cada vez que veía al ceniz...