Capítulo 41

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—Sero, ¿Bakugou te va a dar alguna recompensa si te va bien en los exámenes?

El mencionado dejo de lado su lápiz un momento y levanto la vista para ver los ojos dorados de su amigo. Kaminari complacido con la atención —despues de haber sido deliberadamente ignorado por una hora— siguió hablando.

—Como una cita, o algo parecido —sonrió mostrando todos sus dientes en señal de picardía y falsa inocencia.

Sero suspiro y negó con la cabeza, sin entender aún porque accedió a ayudar al rubio en matemáticas cuando los dos eran igual de malos y el contrario se negaba a hacer el esfuerzo. Pero debía admitir que dos minutos de descanso de las ecuaciones matemáticas le vendría bien.

— ¿A ti Todoroki te dará una? —interrogó con una ceja alzada.

— ¡Por supuesto! ¿Por qué piensas que te pedí ayuda en primer lugar?

—Entonces, enfócate en tu tarea —bufo el azabache —Que yo no tengo la paciencia de Bakugou para explicarte las cosas.

—Tampoco tienes la habilidad de usar un lápiz como cuchillo, lo cual agradezco —se rió el rubio e hizo un puchero al ver que el más alto se concentraba en sus hojas — ¡Sero, no has respondido mí pregunta! ¿Bakugou te dará o no, una recompensa?

—Ni siquiera se me pasó por la cabeza pedirle una, Kaminari —respondió finalmente el azabache —Además, no quiero sumarle más preocupaciones. Ya mucho tiene ayudándolos a ustedes cómo para pensar en hacer algo para mí.

El rubio chasqueo la lengua e hizo un puchero disconforme con su respuesta.

— ¿Y si él quiere una? —cambio el enfoque de la pregunta para llamar otra vez la atención de su amigo — ¿Que le darías?

—Bakugou no necesita una recompensa para sacar buenas notas —opino honestamente el azabache —Deja de hablar y haz la tarea.

Denki soltó un exagerado suspiro y finalmente, se rindió. Pero dejo plantada una semilla de duda dentro de la mente de Hanta.

¿Era normal eso de darse recompensas?

Los exámenes del segundo cuatrimestre de Yuei solo podían describirse de una manera, letales

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Los exámenes del segundo cuatrimestre de Yuei solo podían describirse de una manera, letales.

Hasta Bakugou debía estudiar con seriedad para sobrevivir a ellos. Para colmo, debía lidiar con sus amigos que iban llorando tras él para rogar su ayuda y aunque fuera una molestia, se las daba.

Obviamente, sino entendían algo se descargaba con ellos. Aliviaba su estrés.

— ¡Auch, Blasty! ¡Eso duele! —se quejo Kirishima.

— ¡Entonces deja de cometer el mismo puto error! —renegó el cenizo — ¡Otra vez y hazlo bien, carajo!

El pelirrojo lloriqueo y la femenina sentada a su lado pudo reírse, pero como ella estaba peleando con un gordo libro de literatura clásica no lo hizo. Se quedó callada y tratando de no dormirse con el libro ni con la explicación aburrida que daba el cenizo al contrario.

Un interés inesperado [SeroBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora