Capítulo 47

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Iida dijo que las habitaciones eran para aquellos que vivieran lejos o que simplemente no quisieran volver a casa. No eran demasiadas, solo dos y tenían futones en el piso junto con una cama. El de lentes menciono que podría quedarse quien quisiera pero que no tenía espacio para tantos y por eso, la habitación debía ser compartida entre aquellos que desearan quedarse.

Bakugou recuerda esas cosas tan tontas cuando es puesto muy suavemente sobre un futon y ve a Sero encima suyo, aún con el torso desnudo. La habitación tiene las luces apagadas y el azabache había cerrado la puerta, pero habían dos ventanas que dejaban entrar la luz de la luna y le permitían ver los ojos oscuros que le observaban. Eran tan negros que no pudo evitar compararlos como un abismo profundo que lo quería atrapar.

No encontró molestías con ser atrapado.

El azabache trago saliva cuando pasa su mano por el cierre de su chamarra y el cenizo solo asiente, aceptando que lo baje. El ruido del cierre es todo lo que se escucha hasta que él pone una mano sobre su pecho y suelta una suave risa.

—De verdad que eres hermoso, Katsuki —se inclina como si hiciera una reverencia para besar su pecho, donde estaba el corazón —Hermoso.

El cenizo gruñe porque en esa posición el azabache podía escuchar sus descontrolados latidos y eso lo ponía en vergüenza. Pero no hace nada para quitarlo, en cambio, aprovecha de pasar sus propias manos por la espalda ajena. Es suave y lisa, bonita y cálida. Se detiene en su cabeza y juega con un par de mechones negros.

Hanta deja de estar inclinado sobre él y pone los brazos a los lados de su cabeza para no aplastarlo con su cuerpo. Lo mira, lo contempla y sonríe de lado.

Katsuki nunca se sintió tan indefenso y exitado como en ese momento.

La mano derecha del azabache se pase por su estómago con fluidez, sus dedos lo recorren y su viaje se termina cuando llega hasta uno de sus pezones. Lo envuelve entre sus dedos y luego, para sorpresa del mayor, el de ojos oscuros vuelve a inclinarse y con su lengua envuelve el botoncito rosado.

— ¡S-Sero! —chilla Bakugou completamente desprevenido y se tapa la boca, por si alguien del piso de abajo llega a escucharlo —Hummm, ahh...d-deja eso.

El mencionado no le hace caso, usa su lengua para molestarlo un rato y mordisquea sin fuerza su pezón haciendo que quedé algo irritado. Después toma sus muñecas despacio y las pone a los costados de su cabeza, para tomar sus manos.

—Nadie te va a escuchar —susurra contra sus labios —Esta bien, Katsuki. Deja que te escuche.

El cenizo cree que es una mentira, pero no puede evitar el creerle. Y suelta un jadeo cuando siente una presión en su entrepierna. Es la otra mano de su novio a la cual no le había prestado atención y ahora estaba sobre su pantalón, encima de su miembro semierecto.

Sero lo frota y le sonreí cuando escucha un par de suspiros salir de sus labios. Se agacha para besar su frente y se pone entre su hombro y cuello. Le deja una línea de besos, lo muerde con picardía en algunas partes y succiona con fuerza una sola vez.

Cuando parece satisfecho con lo que ha hecho, vuelve a mirar los ojos rojos y ahora se puede ver algo de nerviosismo en su persona. Aunque muy poco, ya que mayormente la imagen de su novio sonrojado, exitado y sudado es suficiente para mandar al carajo sus nervios.

—No lo haremos...aquí —declara con calma y puede ver cierto enojo en los ojos rubíes, sonríe para explicarse —No me malinterpretes, hermoso. Por supuesto que me muero de ganas de hacer el amor contigo. Pero no en estás condiciones y sin...bueno, tengo las cosas necesarias pero no quiero hacerlo aquí cuando todos los demás están abajo y tanto tú como yo estamos algo ebrios por lo que sea que Kaminari nos halla dado de beber.

Un interés inesperado [SeroBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora