Capítulo 16

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[Algunos antibióticos, analgésicos o aspirinas pueden causar problemas con el tracto digestivo. Esto tiene como consecuencia leves dolores estomacales hasta vómitos. Las pastillas pueden ser muy fuertes y hay personas que tienen estos problemas al no poder procesarlas bien. Eso sería todo lo que necesitan saber, vamos con el capitulo ❤️]

Bakugou no comprendía porque pero ese día lo primero que hizo fue tirar todo el antibiótico que tenía en su sistema digestivo por el inodoro.

Una vez hizo eso se lavo la cabeza con agua fría e hizo un par de buches para quitarse el mal sabor. Al mirarse al espejo noto que tenía el rostro pálido y sudado, pero fue más por el vómito que por otra cosa. Tenía el estómago revuelto por lo que había ocurrido, nada más.

El cenizo se levantó ligeramente la remera de piyama que estaba usando con sus manos un poco húmedas por el agua. Sus ojos medio adormilados vieron que los hematomas seguían en su lugar pero menos violetas que el otro día y la hinchazón ya no estaba.

El estómago le dio una punzada dolorosa, tanto que tuvo que agarrarse del lavatorio para soportarlo. No tenía nada más para vomitar pero se sentía bastante capaz de hacerlo.

Un leve toque en la puerta le asustó e hizo que se quedará en completo silencio con sus manos ahora aferrandose a la cerámica del lavatorio.

Compartía la habitación con Tokoyami, Sato y Shoji. Estaba convencido de que no había despertado a ninguno de ellos, aún cuando casi tropezó en el piso para correr al baño ellos no se inmutaron. Siguieron durmiendo y él expulsando todo en el inodoro.

Entonces, ¿quien tocaba la puerta?

— ¿Sato, eres tú? ¿Repetir el postre te hizo mal, amigo?

Aún con el tono divertido incluido, la voz de Sero sonaba preocupada y más despierta de lo que debería estarlo a las tres de la mañana.

El cenizo soltó un suspiro de puro alivio. De todas las personas que podrían descubrirlo en tal penoso estado, agradecía que fuera el azabache quien estuviera al otro lado de la puerta. Abrió el grifo del agua una última vez para lavarse la cara —y no parecer tan de la mierda como se sentía— y se secó con una toalla para finalmente abrir la puerta.

Hanta de verdad que no esperaba que fuera él quién abriera la puerta. Se notaba en su expresión.

— ¿Bakugou? ¿Estás bien? —parecía alarmado.

¿Y ese cambio de actitud? Aunque tal vez fuera Katsuki o Rikido el azabache hubiera reaccionado igual. O eso pensaba el cenizo.

Después de todo, el chico frente suyo era bastante amable.

— ¿Te parece que estoy bien? —respondió de forma sarcástica —Hazte a un lado.

— ¿Eh? No, no, espera un segundo —sostuvo su brazo —Ven, vamos a la sala.

Bakugou no opuso resistencia. Bien pudo haber mandado al carajo a Sero e irse a su cama, para seguir durmiendo con el estómago ya completamente vacío. Pero lo siguió contra todo pronóstico y dejo que lo sentará en el sillón de la modesta sala de la cabaña. E incluso dejo que tocará con sus manos su rostro.

—No parece que tengas fiebre —comento en voz alta el azabache — ¿La comida te hizo mal? ¿Muy pesada?

No, los medicamentos fueron los que hicieron mierda su estómago. La comida estuvo bien, él la había cocinado. Aunque ahora que lo pensaba en retrospectiva tal vez debió tomar en cuenta el hecho de que estaba tomando antibióticos antes de echarle salsa picante a su carne con papas.

El cenizo suspiro y asintió con la cabeza. Que el azabache creyera que era la comida era mejor que decirle que debía tomar medicamentos por la paliza que le habían dado.

Un interés inesperado [SeroBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora