—Baku...
—Vamos primero por esas malditas flores —lo interrumpió el cenizo —Hay que escalar así que mueve el trasero de una puta vez.
El azabache suspiro tristemente cuando su mano izquierda fue jalada por el hilo que lo conectaba con el contrario.
En cierto modo, estuvo bastante feliz cuando le tocó de compañero el cenizo pero todo eso se esfumó cuando noto que su actitud no cambio en lo más mínimo. Aunque le dirigía la palabra seguía sin querer mirarlo a los ojos y eso era decepcionante porque una de las cosas más bonitas y atractivas que tenía eran esos ojos rojos como rubíes.
A Sero le encantaría poder verlos.
Por otro lado, Bakugou intentaba por todos los medios habidos y por haber no explotar ante el más alto. Sentía que tenía el rostro en llamas cada vez que sus nudillos se rozaban por el jodido hilo atado en sus manos y ver la mueca triste del más alto —lo veía de reojo para que no se diera cuenta— era mortificante, ¡él no era el malo de la historia!
¡Eran los malditos latidos de su corazón que no le dejaban estar tranquilo!
Mierda, esto no puede seguir así. El cara plana no hizo nada para que lo trate de está forma. Pero joder, ¿por qué es tan difícil verlo a la cara?
El cenizo se sentía responsable por estar haciendo sentir mal al azabache pero aparte de querer cumplir con la búsqueda en el menor tiempo posible no se le ocurrían otras formas de romper esa extraña incomodidad que se había formado entre ellos. En un principio, estaba lejos de su alcance entender qué la había generado.
La montaña dónde creía que crecían las flores azules que menciono Shiretoko estaba a unos metros de ellos y era fácil de escalar porque estaba levemente modificada para esa actividad. Incluso cuando ambos jóvenes llegaron vieron que había un par de guantes colgando en los árboles para que no se lastimaran las manos junto con unas rodilleras.
Ninguno de sus compañeros estaba a la vista. De ninguna clase.
—Habrán ido por las cosas más fáciles, ¿no crees? —menciono Hanta queriendo hacer conversación —Como la bolsa o la fotografía.
Katsuki mordió el interior de su mejilla. Quería decir al menos un puto sí para que el azabache viera que estaba de acuerdo él y creía lo mismo. Aparte de que escalar una montaña estando ligado a otra persona era un nivel de dificultad que los demás querrían evitar hasta el final. Pero para su enojo, lo único que hizo fue bufar e ir hasta los guantes.
No necesitaba voltear para ver el gesto abatido del azabache. Podía imaginarlo. Denki y Eijirou también lo hacían cuando él no quería hacer algo con ellos pero por algún motivo cuando se trataba del azabache le hacía sentir mal. No podía ignorar su tristeza como lo hacía con los otros dos payasos del grupo.
No sabía porque, simplemente que no podía pasarla por alto.
Hanta se sintió aún más abatido por segunda vez consecutiva en el día. Aunque eso mejoró un poco cuando el cenizo le coloco uno de los guantes. Por obvias razones, solo traían puesto el guante derecho.
—Yo iré adelante —dijo el cenizo iniciando la escalada —Ten cuidado y mira bien donde mierda te estás agarrando.
El azabache asintió, la escalada no era lo suyo pero no creía que le fuera tan mal. O eso esperaba. Lo que menos quería era ser una molestia para el cenizo quien parecía ya estar enojado con él.
La montaña no era la misma dónde fueron dejados en su primer día de campamento. Era más pequeña, con rocas sobresalientes que fueron talladas para hacer de soportes y tenían ciertas malezas creciendo por los bordes, una señal de que las flores podrían estar en la cima.
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Un interés inesperado [SeroBaku]
FanfictionSero Hanta no entendía nada de nada. Y para su desgracia la única persona que podía ayudarlo era la causa de sus problema, Bakugou Katsuki. Así que sus únicas opciones eran preguntarle a Kaminari, Kirishima o Ashido porque cada vez que veía al ceniz...