Capítulo 8

1.8K 305 148
                                    

Sero fue el único del grupo en no protestar cuando Bakugou se fue al lado de Midoriya para la visita turística programada. Ya que sabía la razón por lo cual lo hacía y en parte lo compadeció.

Después de todo, el pecoso estaba agarrando el brazo del cenizo como si se le fuera la vida en ello mientras un alegre rubio charlaba frente a ellos.

No sé si eres buen amigo o quieres reírte de él, Bakugou.

Enterarse de los sentimientos del pecoso no fue difícil, era muy obvio ya que cada vez que el mayor se le acercaba se ponía rojo como tomate y tartamudeaba más de lo usual. Además que también tenía una sonrisa más tímida y que solo dirigía hacía Togata.

Aunque...el azabache creía que el mayor tampoco era muy discreto acerca de sus sentimientos por su compañero de clases. Desde Groenlandia eran capaces de ver su interés por él.

Desgraciadamente, el pecoso estaba muy ocupado con su paró cardíaco —y desgarrando el brazo del cenizo con una fuerza demoledora— como para tomar en cuenta aquellos detalles.

— ¡Sero, ven! —exclamo Ashido haciendo que dejará de ver a aquel grupo — ¡Iremos al primer piso!

— ¡Ya voy! —respondió hacía su amiga y se dio la vuelta para ir hasta ella.

Aizawa los había hecho separarse en tres grupos para la visita. Y cada uno tenía un sempai de guía para que no se perdieran ni hicieran tonterías y para que les hablarán sobre la historia del lugar que estaban visitando, el cual era un antiguo templo budista.

Bajo la supervisión de Hado estaban Kirishima, Kaminari, Ashido, Sero, Sato, Aoyama, Hagakure y Mineta. Con Amajika estaban Tokoyami, Koda, Sohji y Jiro. Por último, al cuidado de Mirio estaban Midoriya, Bakugou —que supuestamente iba a estar con sus amigos— Uraraka, Iida, Ojiro, Yaoyarozou, Todoroki y Asui.

La visita turística consistía en que los alumnos aprendieran sobre historia, los tiempos antiguos y como cambio todo en su país donde lo que reinaba era la tecnología. Una vez terminara su visita, tendrían que hacer una historia ficticia para la clase de literatura, una pintura para artística y un informe para historia sobre un periodo antiguo en específico que después tendrían que exponer con maquetas incluidas.

Todo eso en menos de una semana.

El azabache tenía por seguro que solo llegaría a entregar un dibujo. Y eso con mucha, mucha suerte.

— ¡Miren chicos! ¿Nos les parecen interesantes estas armaduras? —interrogo la superior a su grupo —Se supone que deben pesar entre unos seis y diez kilos. Fueron hechas para ser lo más resistentes posibles ante los ataques de las flechas y katanas de los enemigos. Claro que tienen uno que otro hueco aquí o allá.

Neijire tenía como ella misma lo decía una forma muy curiosa de ser. Parecía una niña que nunca había estado en un templo y aunque no lo hacía, se notaba que tenía deseos de tocar aquella armadura color bordo que estaba exhibida en una vitrina de vidrio. El azabache la encontraba divertida y amable.

Por eso junto con los demás chicos hacía todo lo posible por mantener a Mineta alejado de ella y de las otras femeninas de su grupo. Aunque por como Eijirou tensaba su sonrisa cada vez más y más cuando el pequeño chico pasaba tras Mina, o como Yuuga y Rikido lo miraban con desaprobación cada vez que miraba con obvia lasciva a los pechos de Tooru, empezaba a asumir que lo mejor para la salud de todos ellos y el bienestar de sus compañeras, sería atar a ese pervertido y dejarlo encerrado dentro del templo.

A lo mejor algún espíritu resentido sabía cómo tratar con él.

Hanta suspiro con disgusto. Denki también era pervertido pero él nunca iba tras las chicas de esa forma. Las elogiba de vez en cuando y era coqueto, también tenía un par de revistas porno pero nunca cruzó el límite como parecía querer hacerlo Minoru.

Un interés inesperado [SeroBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora