Midoriya llevaba apoyado en el marco de la puerta media hora y Bakugou ni se había percatado. Los ojos esmeralda buscaban un razón de porque su amigo de la infancia se veía tan pérdido y aturdido.
Era uno de esos días donde su madre y Yagi estaban en el departamento, con la potestad de que el rubio se quedaría a dormir. Habían estado hablando entre ellos sobre mudarse a una casa o a un departamento más grande. Tanto porque en el suyo no había espacio para las cosas del rubio —lo más importante sería su computadora de escritorio, no tenían dónde ponerla— como por el hecho de que simbolizaba que la relación era sería.
El pecoso había sugerido sutilmente que quería un cuarto alejado en la casa. Pero hasta entonces, su mejor refugio era la casa de su amigo de la infancia.
Por eso estaba ahí y aunque en un inicio tenía planeado quedarse en la habitación de invitados —que era casi su segunda habitación por lo mucho que la usaba— para hacer sus tareas, sentía algo de flojera por el clima frío y quería proponerle al cenizo bajar a la sala a tomar chocolate caliente y ver una película.
Pero no encontraba el modo de entrar a la habitación. El aura de Katsuki no era una molesta o triste, solo pensativa e Izuku no sabía cómo manejar eso. Si debía meterse o pasar de largo para dejar a su amigo con sus reflexiones.
Obviamente, después de su debate mental, se metió a la habitación.
—Kacchan...—lo llamo suavemente — ¿Está todo bien?
El único indicio que tuvo el pecoso de que había asustado al cenizo con su presencia fue ver cómo dio un respingo en la cama y se sentó rápidamente con la respiración agitada. Hizo lo que pudo por no sonreír con gracia.
—Joder, Deku. Avisa que estás ahí —gruño Bakugou volviendo a tirarse para atrás en la cama.
—Hace mucho tiempo que estaba aquí, Kacchan —comento Midoriya sentándose en la orilla del colchón —Solo que tú no me viste.
Los ojos rojos del cenizo vieron con molestia la figura del pecoso pero luego, tímidamente le dejo una espacio en la cama al correrse hasta la pared y acostarse de lado.
En un comienzo, el pecoso se confundió pero no tardó en ir hasta ese lugar. Cuando eran más pequeños y pasaban la noche juntos en una piyama compartían la cama. Haciendo eso podían hablar hasta muy tarde sin ser descubiertos por Mitsuki o Masaru.
Los pequeños Midoriya y Bakugou se susurraban entre ellos sobre varias cosas. El perro de la esquina, su molesta maestra de inglés, el último accidente en el patio, etc. Cosas vagas y secretas entre ellos.
Había pasado mucho tiempo desde la última vez que hacían algo como eso.
De inmediato, el pecoso pudo asumir que su amigo estaba pasando por algo grave. Así que guardo silencio y le dejo que se tomará su tiempo para hablar.
—Tú...¿cómo supiste que te gustaba la copia de Tin Tin? —pregunto el cenizo luego de unos segundos en silencio.
Las mejillas del más bajo enrojecieron y carraspeo. Para colmo, la sola mención de Togata le hacía recordar al baile y que al final había accedió a ir con él, lo cual le hacía sentir más vergüenza aún y nervios.
—B-Bueno, es...ejem, no sabría cómo explicarlo Kacchan —tartamudeo el pecoso —Es...difícil. No fue un día fijo en donde me dije "ah, me gusta Togata-sempai".
Katsuki asintió lentamente e Izuku sabía que quería que continuará el relató. A costa de su salud cardíaca.
—Supongo q-que solo me di cuenta y a partir de entonces me fue imposible olvidarlo —intento que sonara coherente aunque para él mismo no sonaba así —Yo...sentía las famosas mariposas en el estómago y solo podía...puedo pensar en él.
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Un interés inesperado [SeroBaku]
FanfictionSero Hanta no entendía nada de nada. Y para su desgracia la única persona que podía ayudarlo era la causa de sus problema, Bakugou Katsuki. Así que sus únicas opciones eran preguntarle a Kaminari, Kirishima o Ashido porque cada vez que veía al ceniz...