Capítulo 14

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Bakugou no tenía muy claro lo que había pasado durante su estancia en el hospital y posteriormente en el departamento de Midoriya. De lo único que es consciente es que Yagi lo llevo cargando —para su gran vergüenza— hasta el auto y al departamento hasta la habitación del pecoso dónde se quedó dos días.

Sus padres no decían nada cuando se iba un par de días con Izuku. Llamaban en las tardes para ver que se estuviera comportando pero como Katsuki no solía quedarse más de un día o día y medio tampoco era frecuente la llamada. Más bien mensajes cortos que ni Masaru ni Mitsuki se molestaban sino contestaba o lo hacía tarde.

Así que el cenizo pudo descansar sus heridas un día entero más y seguir lleno de esos antibióticos que le provocaban una horrible somnoliencia mientras era cuidado por el pecoso. No tuvo preocupaciones porque se la paso inconsciente y aturdido. Con breves momentos donde era despertado únicamente para comer e ir al baño.

El médico que lo atendió había dicho que de puro milagro sus costillas no estaban rotas y que los hematomas que tenía durarían de una a dos semanas, con los antibióticos el dolor disminuiría pero no se podía hacer nada al respecto con el color verdoso y purpura que obtendría su piel.

Bakugou sabía que no era importante. Pero mierda, se veía grotesco.

El baño del departamento de Midoriya no era muy grande. Estaba el inodoro al lado de la puerta y la tina en la pared del costado junto con un lavatorio cuadrado dónde Inko tenía un par de cremas y el shampoo que usaban madre e hijo. El espejo era lo bastante grande para que el cenizo pudiera verse de la cintura para arriba.

Con la ducha rápida que había tomado esas cosas lucían más horribles. Estaban rosas en los costados debido al calor del agua y luego purpuras casi por completo. En los centros eran verdes con una mezcla de amarillo que lo hacían sentir grotesco.

Desde el ombligo hasta su pectoral derecho tenía toda una hilera de los hematomas. No dolían, solo estaban algo hinchados y el cenizo intentaba no hacer movimientos bruscos para que se fueran más rápido. No le gustaba verlos.

Un toque en la puerta del baño hizo que Katsuki dejará de observar su reflejo en el espejo y sin vergüenzas abrió la puerta con solo una toalla cubriendo su cintura.

Izuku no se inmutó. Gajes de haber pasado parte de su infancia bañándose juntos.

—Fui a buscar algo de ropa a tu casa, Kacchan —sonrió el de pecas y le extendió una bolsa —Mitsuki-san está algo molesta porque no te vas a despedir de ellos antes del viaje.

—Le diré alguna excusa después —rodó los ojos el cenizo y agarró la bolsa —Gracias.

—De nada, ¿quieres desayunar antes de irnos? —pregunto Izuku —Será un viaje largo.

Katsuki negó con la cabeza. Tenía que seguir tomando ciertos antibióticos —no de los fuertes que le daban sueño, por suerte— durante unos tres días más por recomendación del médico y había experimentado dolores estomacales si consumía demasiados alimentos en su día a día. Náuseas y retorcijones de panza.

Aunque estaba mal, prefería evitar el desayunar antes de subirse en un autobús con un viaje de cuatro horas hacía un campamento en las montañas. Le daba igual el dolor de cabeza, era más soportable que querer vomitar en medio del bosque.

Pese a su negativa, el pecoso le preparo un vaso con agua y unas galletas de arroz para cuando salió del baño. El cenizo las comió, con desconfianza —por el dolor de panza que podría tener en unas horas— pero las termino comiendo y tomo su medicación.

Aizawa había dicho que debían reunirse todos en Yuei a las ocho de la mañana, con sus maletas preparadas y tareas hechas para que el azabache las corrigiera. A aquellos que le fuera mal le serían impartidas clases extra durante todas las noches que durará el campamento.

Un interés inesperado [SeroBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora